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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Muerte por el aire

EN LOS últimos días, un sospechoso brote epidémico ha provocado en Barcelona la muerte fulminante de cuatro enfermos de asma y ha conducido hasta los servicios de urgencia de los hospitales a casi dos centenares de pacientes de esa dolencia. Según los responsables sanitarios, el factor concreto que ha hecho entrar en crisis a los asmáticos afectados está relacionado, al parecer, con la contaminación producida por la nube de polvillo que se formaba en las operaciones de carga y descarga de un envío de haba de soja en el puerto barcelonés. Una prueba de la contundencia de la epidemia es que las cuatro primeras víctimas mortales fallecieron mientras eran trasladadas, antes de llegar siquiera al hospital, y que únicamente el tratamiento de choque que se ha podido efectuar desde las unidades de cuidados intensivos ha logrado salvar la vida de los demás afectados.Constituye un elemento de reflexión el hecho de que inmediatamente después de las dos primeras muertes, las sospechas de las autoridades se dirigieran ya, inmediatamente, hacia la zona portuaria. De 1979 a esta parte, Barcelona ha sufrido otros 14 brotes epidémicos puntuales de asma, muy semejantes al de ahora, en los que las víctimas eran principalmente enfermos residentes en la zona litoral de la ciudad.

Los investigadores habían deducido que esos brotes anteriores no procedían de la contaminación atmosférica general ni de pólenes o esporas, porque los niveles de estos elementos en esas ocasiones eran equivalentes a los de otras épocas del año en las que no se reproducía la epidemia. Por ello las pesquisas se orientaban hacia alguna sustancia liberada en la zona industrial. Al producirse ahora dos brotes casi seguidos, en el intervalo de tres días, ha sido relativamente sencillo rastrear exhaustivamente sobre los productos que, en cantidades industriales, estaban siendo manipulados en los dos momentos críticos en que se produjeron las muertes. Así es como se ha podido elaborar la hipótesis del haba de soja, que tanto el pasado viernes por la noche como el lunes se descargaba del barco de bandera liberiana Argus Traveler. Por otra parte, ha trascendido que ese producto también se manipulaba en el mismo puerto durante los 14 anteriores brotes epidémicos.

Falta por determinar ahora si la incidencia directa sobre los enfermos de asma se debe directamente a la soja, al polvillo que genera al almacenarla o a los desinfectantes que la acompañan para combatir los ácaros. Otro elemento que debe esclarecerse es el porqué de su nocividad en Barcelona, y si tiene algo de específica en esta ciudad, ya que los brotes pueden deberse a cualquiera de esos tres factores o a la suma de ellos con la ya de por sí elevada -y peligrosa- contaminación general de la capital catalana, una auténtica asignatura pendiente de su Ayuntamiento y de la que los políticos hablaron muy superficialmente en las últimas elecciones.

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Los brotes de asma y su posible motivación confirman una suposición que ya tenía la mayoría de los ciudadanos: el control sanitario de las consecuencias de la densa concentración industrial del área barcelonesa y de sus repercusiones contaminantes va a remolque de las incidencias, y aunque en esta ocasión parece que se ha llegado a la clave del problema, parece intolerable, de confirmarse la aparición en los 16 casos anteriores del haba de soja en el puerto, que los controles que se han efectuado ahora no se hubieran realizado con la misma urgencia con anterioridad, aplicándose medidas preventivas sin esperar a los funestos desenlaces de estos días. Dieciséis veces son demasiadas veces.

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