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Crítica:'JAZZ' EN SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Saxo con duende y guitarras con "swing"

ENVIADO ESPECIALEl Donostiako Jazzaldia ha entrado en su etapa multitudinaria con el primero de los conciertos dobles en Anoeta. Unas 6.000 personas casi llenaron el velódromo para aplaudir a Branford Marsalis y volcarse de forma entusiástica con John McLaughlin y Paco de Lucía.

Antes de nada es necesario reseñar la extraordinaria sonorización. Por fin, tras muchos años de infructuosos intentos, se ha conseguido que Anoeta suene como una verdadera sala de conciertos.

El cuarteto de Branford Marsalis abrió la lluviosa noche. El saxofonista de Nueva Orleans se ha convertido en pocos años en uno de los mejores instrumentistas de la actualidad. Todo en el espectáculo de Branford es de una pulcritud extrema. Su tratamiento de los estándares, un tanto coltraniano, sin ser novedoso es sumamente efectivo y atrayente. En realidad, Branford prefiere, gracias a su extraordinaria técnica, recrearse en los sonidos puros y transparentes, y consigue que el público se recree con él.

XXII Festival de Jazz de San Sebastián

Branford Marsalis Quartet. John McLaughlin-Paco de Lucía. Palacio Municipal de Deportes. Son Sebastián, 23 de julio.

Detrás del joven saxofonista, la presencia de Kenny Kirkland fue decisiva, combinando seguridad y lirismo tanto en su labor de apoyo al líder como en sus lucubraciones solitarias. Kirkland merecería dirigir sus propios grupos y alcanzar una fama que ahora poseen otros músicos mucho menos creativos.

Branford Marsalis triunfó en San Sebastián, pero el entusiasmo despertado por su actuación quedó casi ensombrecido por el recibimiento prodigado a los dos guitarristas que le sucedieron.

Comenzó McLaughlin en solitario con una emotiva e imbricada versión del Goodbye Pork Pie Hat, de Charles Mingus, con reminiscencias de blues rural. Siguió Paquito de Lucía, desbordándose ya el creciente entusiasmo de la concurrencia. Cuando ambos ocuparon el escenario para comenzar su actuación conjunta con el incombustible Spain de Chick Corea, el ambiente estaba al rojo vivo.

John y Paco son dos guitarristas muy diferentes pero cuando se juntan para tocar se produce la catálisis que les convierte en una sola guitarra rasgada por cuatro manos. McLaugh1in tocó con púa, De Lucía rasgó con los dedos, pero las dispares sonoridades se entremezclaban persiguiéndose unas a otras sin enfrentamientos.

John McLaughlin ha declarado en varias ocasiones que el mejor acompañamiento de una guitarra es otra guitarra, y en la noche donostiarra se confirmó. Al final, una de las ovaciones más atronadoras y prolongadas que ha vivido el Jazzaldia arrancó a los dos músicos tres largos bises que duraron tanto como todo el concierto.

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