Un caballero elegante
Puede que la mejor descripción de los méritos y limitaciones de Fred Astaire nos la haya proporcionado Katharine Hepbum al referirse alsecreto en que se sostenía el éxito del tándem Astaire-Ginger Rogers: "Él aporta la clase que ella necesita y, a cambio, ella le proporciona sex-appeal". Porque Fred Astaire era un extraño galán dentro del mundo del cine. Según David O. SeIznick el actor tenía "gigantescas orejas y una fea barbilla", aunque eso no le impedía "poseer un gran encanto". Los llamados cazadores de talentos no eran de la misma opinión, ya que, después de su primera prueba cinematográfica dictaminaron que "no podía cantar, no sabía actuar y apenas baila un poco". Hay que suponer que tras el éxito de Volando hacia Río de Janeiro y dibujándose ya los de La alegre divorciada o Sombrero de copa, fueron esos expertos quienes tuvieron que ábandonar Hollywood.Fred Astaire ha sido la encarnación masculina del musical cinematográfico. Si el género requería estilización y lujo, él sugería eso, al menos para los ojos de miles de plateas con ganas de soñar. Sus sombreros de copa, sus trajes impecables y su capacidad para no perder nunca la compostura le dotaban de un aura especial. Es cierto que carecía de atractivo sexual, que sus bailes con Ginger Rogers, Rita Hayworth, Judy Garland o Ann Miller son siempre modelos de elegancia y contención. A Fred Astaire le iba bien tener pareja estable, matrimonial -lo cierto es que sus relaciones fuera de la pantalla con miss Rogers se fundaron en el odio mutuo- y si no aparecía como esposo o novio encantador era porque resultaba más creíble como padre, tío o amigo del protagonista, sin duda menos dotado para el claqué, pero más seductor cuando la acción abandonaba ese olimpo de suelos encristalados y grandes escalinatas en los que sólo virtuosos del movimiento como Astaire podían vivir.
Pero a Fred Astaire no siempre le recordamos en compañía de mujeres con las que mantiene una relación platónica -sólo Cyd Charise en Melodías de,Broadway fue capaz de alterar esa cabeza impecablemente engominada- pues a menudo la suya es una danza solitaria. En Royal wedding vence las leyes de la gravedad y se sube. al techo por las paredes, sin perder el aplomo ni la verticalidad, y también es memorable entre sus "solos" el titulado Bojangles of Harlem.
Fred Astaire, aunque debutó para el cine en 1915 y en 1981 aún aparecía en Ghost story, es una estrella de la edad dorada de Hollywood. Su imagen quedó definitivamente fijada en blanco y negro, con chaqué, chaleco blanco, clavel también blanco en la solapa, un delgado bastón acompafiando su andar alado y una sonrisa que casi nunca se borra. Verle actuar en películas recientes, como El coloso en llamas no sirve de referencia. En El valle del arco iris, de 1967, Astaire aún bailó para las cámaras, proeza que aceptó repetir a los 77 años en Hollywood, Hollywood. Vivía en un mundo mágico y a él pertenece. Lo suyo era la comedia sofisticada y sus números musicales nunca estuvieron contaminados por ese gusto por la. exageración y la sexualidad explícita que divertía a un Busby Berkeley.
Babelia
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