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Alianza europea contra el cáncer

La cooperación entre los países de la Comunidad, imprescindible para frenar el avance de la enfermedad

Michel Richonnier, responsable del programa Europa contra el cáncer, de la Comisión de la Comunidad Europea, considera que la cooperación en la lucha contra esta enfermedad "va a permitir definir una política de prevención eficaz, mejorar los actuales tratamientos y avanzar las investigaciones para comprender por qué las células se desarreglan y convierten en cancerosas, si bien para esto último hay mucho camino que recorrer todavía".Para Richonnier, nacido en Francia hace 44 años y doctor en ciencias y en economía, es imprescindible la realización de una investigación coordinada europea para evitar duplicidad de esfuerzos y facilitar la concentración de medios. "En Europa tenemos menos investigadores que en Estados Unidos o Japón en términos relativos y, por tanto, tenemos que trabajar en equipo si queremos ser eficaces".

El presupuesto de coordinación asignado al programa europeo contra el cáncer ascenderá, durante el trienio 1987-1989, a 11 millones de unidades de cuenta europea (cerca de 1.600 millones de pesetas). Esta cantidad representa, según Richonnier, aproximadamente un 2% de los gastos de investigación sobre el cáncer que se realizan en los 12 países miembros de la Comunidad Europea. "Se van a coordinar 550 millones de ECU, lo que es una cifra importante"

Uno de cada cuatro

El plan de actuación del programa, que consta de 75 propuestas de acción para el trienio considerado, pretende disminuir el número de personas afectadas por el cáncer, así como su mortalidad. Actualmente, uno de cada cuatro europeos desarrolla a lo largo de su vida algún tipo de cáncer, y si se mantiene la progresión observada en los últimos años, esta frecuencia puede aumentar a uno de cada tres.

Por lo que se refiere a la mortalidad, consideradas cifras globales de todos los cánceres, ha pasado del 75% al 50% en los últimos años. El Comité Europeo de Expertos del Cáncer, que ha elaborado el programa, considera que la mortalidad del cáncer en Europa todavía podría reducirse un 15% más de aquí al año 2000 intensificando las medidas preventivas. Para rebasar esta barrera, la prevención debe complementarse con una vigorosa reactivación de la investigación.

"En Europa", afirma Richonnier, "hay una gran variabilidad regional en la tasa de mortalidad por determinados tipos de cáncer. Esta variación no es imputable a la diversidad genética, sino a factores externos. La identificación de estos factores mediante estudios epidemiológicos permitirá definir una política de prevención más eficaz".

El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de Lyón (Francia), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha confeccionado unos mapas de mortalidad para los diferentes tipos de cáncer, expresados en número de fallecidos por 100.000 habitantes. Esta cartografía, encargada por la Comisión de la CE, no estará preparada para España y Portugal hasta principios del próximo año.

Con estos mapas se sabe, por ejemplo, que en el caso del cáncer de esófago (relacionado con el consumo de alcohol en un 30% de la población afectada y en un 70% si se asocia al tabaco) su frecuencia es 11 veces superior en la costa francesa del canal de la Mancha que en la inglesa. Con las medidas preventivas adecuadas podría conseguirse que el riesgo de muerte por cáncer de esófago de la costa francesa descendiera hasta el nivel de la inglesa, ya que ambas poblaciones son genéticamente similares.

Para Richonnier, "la investigación epidemiológica coordinada permite disponer de una población estadística mayor, con grandes variaciones en el estilo de vida de las diferentes sociedades". Entre otros temas de investigación epidemiológica figuran las radiaciones ionizantes, los cánceres por exposición profesional, los factores carcinogénicos del medio ambiente, las relaciones entre alimentación y cáncer, así como entre reproducción y cáncer.

De las 107 sustancias, grupos de productos o procedimientos industriales sobre los que se poseen estudios epidemiológicos suficientes se ha demostrado que 39 de ellos son cancerígenos para el hombre y otros 68 lo son probablemente. "A lo largo de este año y de los dos siguientes", afirma Richonnier, "se van a examinar 50 sustancias sospechosas cada año, con lo que se multiplica por cuatro el ritmo de trabajo del período 1983-1986".

Junto a las investigaciones para mejorar la prevención se realizarán otras de tipo básico sobre oncogenes humanos. En la actualidad se conocen más de 25 oncogenes identificados en ciertos tumores, como las leucemias o los linfomas, pero el trabajo que queda es inmenso, ya que de los 50.000 genes humanos sólo se han secuenciado unos 350.

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