El torazo que José Fuentes no quiso ver
El cuarto fue un torazo escapado de las láminas de La Lidia, de esos que ya no se ven. Torazo por romana -637 kilos pesaba el angelito- y torazo por estampa. Berrendo aparejado y botinero, iba armado hasta los dientes, era largo como un tren, tenía badanuda papada, que le bamboleaba a todos los vientos, y sotabarba y mostacho de guardia de asalto y abyecto mirar. Derribó poderoso, cobardeó ante los feroces individuos de castoreño, venteaba incontrolados hachazos por el redondel y, llegado el ultimo tercio, José Fuentes no lo quiso ni ver: plis-plas, cuadró, pinchó, pegó un sartenazo.Gran parte del público se enfureció por eso mientras un reducto de afición aplaudía que el diestro hubiera determinado no perder el tiempo con pruebas, tientos, baladronadas y disimulos a un toro que seguramente no tenía ni un pase, o quizá sólo esos dos -plis-plas-, los de cuadrar. Por el contrario, en el primero de la tarde, otro torazo, también berrendo y botinero -y capirote- y astífino y badanudo y cuajado y manso, todo ocurrió al revés. Ese toro sí tenía pases y José Fuentes tampoco lo vio, o por lo menos no lo vio con ojo de buen cubero. Advirtió, es cierto, desde que lo recibió con el capote, que su lado bueno era el izquierdo. No advirtió, en cambio, que toreando por ese pitón tenía a la mano un triunfo que ayer en Las ventas habría alcanzado grandes resonancias.
Ruchena / Fuentes, Alcalde, Gallito de Zafra
Toros del marqués de Ruchena, de gran trapío, mansos. José Fuentes: bajonazo (ovación y salida al tercio); dos pinchazos, bajonazo y descabello (división). Paco Alcalde: pinchazo hondo caído, estocada tendida y dos descabellos (silencio). Pinchazo, media y dos descabellos (silencio). Gallito de Zafra: pinchazo saliendo volteado, otro -aviso-, dos pinchazos más y estocada (ovación y salida al tercio). Cuatro pinchazos, rueda de peones y cuatro descabellos (aplausos).Plaza de Las Ventas, 8 de marzo.
Cuando los toros son de un solo pitón y nobles de veras, hay que hacerles el toreo a conciencia. Si se trata del natural -como era el caso- es esencial cargar la suerte, imprimir hondura a los muletazos y luego variar los estilos, por ejemplo, citando de frente, y como último recurso hasta cabría admitir los pases de costadillo. José Fuentes únicamente estuvo para estos últimos, que son, precisamente, los fáciles, los de tres al cuarto. Corrió bien la mano, desde luego; a veces la corrió con largura y temple, pero ése no era el toreo que reclama un toro noble. Y como tampoco cambió de estilo, ni fue breve, la faena transcurrió reiterativa, átona y descendente.
A pesar de la mansedumbre y del impresionante trapío de los toros, las posibilidades de triunfo, planearon ayer por sobre el ruedo de Las Ventas. Gallito de Zafra también las tuvo cercanas. A su primero lo sacó con buena técnica y alegría de la querencia de chiqueros y cuando se le vino a la voz, ya le estaba ligando redondos emocionantes, porque se pasaba los pitones cerquísima, bajaba la mano, cuajaba el pase.
Atronaban los olés y aquello habría sido de clamor. Sin embárgo, el valiente espada cortaba la faena, se iba a la planchadora, o a la zurcidora, o a por agua para empapar la evanescente franela, o daba paseos, todo lo cual entorpecía la unidad de la faena y la entusiasmada entrega del público. A su otro toro lo muleteó decidido, aunque sin lucimiento pues se trataba de un berrendo amoruchado e inválido.
A cada diestro le correspondió un toro tocado de boyantía y otro de perniciosa moruchez. Alcalde muleteó por igual a los dos suyos, citando con la muleta retrasada, por lo que sacaba medios pases. Ahora bien, en cuanto a lidiador, estuvo impecable, y éste es un factor importante que avala su torería. Acaso. Alcalde tampoco quiso ver a sus toros; o fue que los vio demasiado. No estuvo en uno tan bien como le permitía, ni en el otro tan mal como hacía temer. Es decir, acabó en tablas y se le espera para otra función. A los tres se les espera.
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