Los títeres de Triangel, en el Festival de Teatro de Madrid
Las imágenes superrealistas que manejan, el mundo del subconsciente más enterrado, la constante referencia al mundo inexplorado de la muerte, la inhabitual imagen plástica de los títeres y la pulcritud con que éstos son realizados y manipulados son los aspectos que más se resaltan en los comentarios dedicados al grupo holandés Figurentheater Triangel por parte de la crítica especializada de todo el mundo.
Al frente de su pequeño teatrillo -con 25 años de existencia- y sus innumerables títeres se encuentra el matrimonio formado por Ans y Henk Boerwinkel, la pareja más renombrada en el mundo del títere y la marioneta. Ambos acuden, después de ser perseguidos durante años por los programadores, al VII Festival Internacional de Teatro de Madrid, donde anoche presentaron su espectáculo Veinte historias breves, en la sala Mirador, la única de la ciudad dedicada a este género de espectáculos que admite un número pequeño y limitado de espectadores, algo que el grupo holandés exige que así sea.Ya desde el principio, Boerwinkel tenía la idea que el títere no podía hablar y que nunca podía realizarse con él un espectáculo de grandes dimensiones. "No empleamos texto ni música", comenta el titiritero, "para que el muñeco no se convierta en una ilustración de esas cosas. Ofrecemos imagen y cada uno se crea una historia que a veces no coincide con la nuestra. Nuestro mundo es de sentimientos y emociones, en cada número hablo de la muerte".
Para Triangel es fundamental hacer un tipo de teatro puro en el que van a la esencia eliminando todo lo superfluo. "Para mí, el títere es un milagro de simplicidad", comenta el marionetista.
Desde la II Guerra Mundial, los títeres son elementos muy utilizados por la moderna psiquiatría para diversos tratamientos. Triangel no sólo no niega, sino que reivindica el papel psiconalítico de los títeres. "Cada muñeco es una parte de mí", comenta Henk Boerwinkel; "el montaje es una selección de aspectos de mi carácter y mi relación con el títere se vuelve cada vez más profunda". Este titiritero de carácter afable y sereno se define como un ser totalmente normal, pero que a través del títere proyecta otros elementos de su personalidad. "Se termina", dice, "creando algo que ni siquiera sabes que existe en tu propia mente. En mi obra surge un mundo extraño y oscurantista. A veces los muñecos tienen una función de catarsis liberadora, además de convertirse en obsesiones y en fantasmas de la mente". Su mujer, Ans Boerwinkel, se encuentra al lado de él en esta aventura porque le gusta hacer teatro, pero su relación con el títere es otra, "me proporciona todo lo que quiero tener en la vida".
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