El disidente Begun luchará por la liberación de todos los presos políticos de la URSS
El disidente judío Josif Begun, que regresó ayer a Moscú tras abandonar la prisión de Chistopol (en la República Tártara), manifestó al pie del mismo tren que le había traído a la capital que piensa luchar por la liberación de todos los presos políticos de la URSS. "Haré todo lo que esté al alcance de mis fuerzas para que liberen a los presos políticos de la URSS lo más pronto posible, para que liberen hasta el último prisionero", dijo Begun, el último preso político juzgado por el artículo 70 del Código Penal ruso que quedaba en la prisión de Chistopol.
Vestido aún con su ropa de trabajo penitenciario, una chaqueta acolchada azul y gris con el nombre del propietario pintado en ella, Begun, que tiene 56 años, llegó a las 10.45 horas a la estación de Kazan, de Moscú, en un tren procedente de aquella localidad. El preso indultado, que mostraba sus dientes de plata al sonreír, iba acompañado de su hijo Boris y de su esposa, Ina, que habían ido a recogerle a Chistopol, donde fue liberado el viernes pasado.En el andén número siete esperaban a Begun un amplio contingente de corresponsales extranjeros y muchos amigos judíos, que comenzaron a entonar canciones hebreas y a saludarle con los gritos de shalom, shalom. Begun, que fue alzado en hombros por sus amigos, conversó durante aproximadamente una hora con los periodistas sobre el andén sin ser molestado por los agentes policiales que vigilaban el lugar de forma visible, pero no aparatosa.
Josif Begun fue condenado en octubre de 1983 a siete años de prisión y cinco de exilio por propaganda antisoviética. El disidente, que es matemático de fórmación, había sido condenado en otras dos ocasiones anteriores. En junio de 1977, por parasitismo, a dos años de exilio y poco después de su liberación a tres años de exilio tras ser acusado de violar las normas de residencia vigentes en la URSS.
Begun, que había trabajado como economista en el Gosplan (el organismo de planificación económica), perdió su empleo después de haber solicitado emigrar en 1971. Posteriormente, trabajó como profesor.
Entre quienes recibían a la familla de Begun en la estación de Kazan había familiares de disidentes aún no liberados, como la madre de Mijail Rivkin, uno de los compañeros de Begun en la prisión de Chistopol, que se encuentra hoy en la prisión de Lefortovo de Moscú, junto con Alexei Smirnov y VIadimir Senjerov. Ina Rivkin manifestó ayer que le habían prometido la liberación de su hijo y que confiaba en que se realizaría en una semana.
El Presidium del Soviet Supremo de la URSS ha revisado favorablemente los casos de 150 disidentes condenados por el artículo 70 y el 190 (difusión de informaciones calumniosas contra el Estado soviético) del Código Penal de la República Federativa Rusa. Las liberaciones conocidas en medios disidentes equivalen a un número inferior a la cifra dada oficialmente.
Los liberados han tenido que firmar una declaración para abandonar la prisión. En este sentido, Begun no ha sido una excepción. "Escribí que no pedí la liberación, que no me considero culpable y que nunca me dediqué a actividades ilegales. Si la vida en la URSS se democratiza y los hebreos pueden desarrollar su cultura, no habrá ninguna razón para realizar actividades antisoviéticas", dijo Begun.
"Tanto yo como mis compañeros de prisión fuimos encarcelados ilegalmente, ya que luchamos por la legalidad, reivindicando los derechos de las nacionalidades y los derechos civiles. Ahora no debemos interrumpir esas actividades. Al contrario, debemos continuar luchando para que los derechos sean reales en la URSS". Begun dijo que sigue queriendo ir a Israel -"es mi sueño", afirmó-, pero precisó que no ha recibido ninguna promesa en este sentido de parte de las autoridades, poniendo especial énfasis en los derechos de los judíos en la URSS. Begun dijo tener "mucha esperanza" en que el proceso de democratización iniciado en la URSS continúe, produzca más liberaciones y lleve al cese de la represión de quienes se manifiestan por los derechos humanos, de los hebreos que quieren desarrollar su cultura en la URSS y de aquellos que intentan su repatriación a Israel.
El disidente calificó de "inhumano" el trato en prisión y aludió a la mala calidad de la comida y a la "terrible celda de castigo adonde dijo haber ido a parar sin motivo alguno.
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