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Nuevos autores para nuevas óperas

El domingo se estrena 'Sin demonio no hay fortuna', de Jorge Fernández Guerra

Alfonso Armada

La ópera, la obra de arte total a la que aspiraba el genio wagneriano, parece haber despertado el interés de algunos jóvenes, y no tan jóvenes, compositores españoles. Parece existir una nueva sensibilidad en el público, que Jorge Fernández Guerra no duda en relacionar con una estética que busca integrar todo tipo de artes, y que Luis de Pablo, su maestro, más pragmático, prefiere atribuir a la mejora de las condiciones de vida, que permite que aumente el interés por cuestiones como la música en todas sus variedades.

El estreno de Sin demonio no hay fortuna, la primera ópera de Jorge Fernández Guerra, nacido en Madrid en 1952, que tendrá lugar mañana, domingo, es el primero de una serie de encargos anuales realizados por el teatro de la Zarzuela, el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea y el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, con los que se quiere promover la creación de óperas de autores españoles. Cada año las entidades patrocinadoras ofrecerán a un compositor la posibilidad de escribir una ópera que tome como referencia alguno de los títulos de la temporada oficial de ópera. Este año se eligió el personaje de Fausto, recreada en la ópera Mefistofele, de Arrigo Boito, que contó con la figura de Montserrat Caballé, a comienzos de este mes de febrero. Para la próxima temporada, José Ramón Encinar ha recibido el encargo de crear una obra a partir de El barbero de Sevilla. Otros compositores, como José Luis Turina, Francisco Cano, Miguel Ángel Coria, Adolfo Núñez, Luis de Pablo o Francisco Guerrero, han escrito o están escribiendo nuevas óperas.

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El ejemplo de 'Kiu'

Fernández Guerra, que asistió a todo el proceso de creación de Kiu, confiesa: "privadamente siempre me sentí tentado por la ópera". El estreno de la obra de Luis de Pablo supuso para él una influencia más de actitud que musical. Le hizo ver que no era ilusorio escribir y estrenar una ópera. El autor de Kiu, sin embargo, se queja de que su nueva obra operística no lo tiene de momento fácil en España. Su estreno está previsto, para 1988, en la ciudad francesa de Lille.Luis de Pablo no cree que se pueda explicar el sentido de escribir hoy una ópera, explicar el sentido de lo que está haciendo: "Es como preguntarles a dos que están haciendo el amor que qué sentido tiene lo que hacen. Un artista se mueve por necesidades personales, que, si tiene suerte, se acaban convirtiendo en necesidades colectivas".

Fernández Guerra, el ofrecimiento de escribir una ópera fue como si le hubieran leído el pensamiento. La obra, con texto del joven narrador riojano Leopoldo Alas, nacido en 1962, recrea en tono paródico el tema de Fausto. El compositor cree que las óperas, tanto las de repertorio como las contemporáneas, están cerca de la sensibilidad actual, posmoderna, frente al rechazo ante la ópera que manifestaron las vanguardias ahora llamadas, paradójicamente, clásicas: "A partir de los ochenta cambia la óptica". En la obra, con dirección escénica, escenografía y figurines de Simón Suárez, hay muchas referencias al cine negro. "El ritmo de la acción", precisa Fernández Guerra, "es también más cinematográfico que operístico; las mismas arias no sirven para que el cantante se regodee, pasan rápidamente".

El director de orquesta y compositor José Ramón Encinar, nacido en 1954, inició en marzo del año pasado la composición de una ópera que espera estrenar en marzo del año que viene. La obra es el segundo encargo de las tres entidades que han patrocinado el estreno de Sin demonio no hay fortuna. Basada en la trilogía de Beaumarchais sobre Fígaro, la obra de Encinar se titula así, Fígaro, y tiene textos del propio compositor y de un amplio plantel de escritores, desde Lorenzo da Ponte a Goethe, pasando por Shakespeare, Rabelais y Carlo Pepolí.

Encinar coincide con Fernández Guerra en recordar como muy positivo el estreno de Kiu. No cree que la creación de nuevas óperas esté fuera de las corrientes artísticas contemporáneas, aunque advierte que no sabe "si la corriente se hace sola o la hacemos. En el mundo se siguen escribiendo óperas, sobre todo en Italia, donde, en principio, podrían sentirse maniatados por su ingente tradición operística".

"El sentido de escribir nuevas óperas", advierte Encinar, "se lo debe buscar cada persona. Para mí tiene sentido hacerlo. No me importa el futuro, sino que lo que hago tenga sentido hacerlo ahora mismo, en el presente. Desde el momento en que se escribe algo que está vivo, sí tiene relación con el momento. No siento como mía, sin embargo, cualquier vinculación artística al momento político".

Mientras que Encinar argumenta que "la música sigue siendo el arte más abstracto del mundo" para explicar que se siente incapaz de describir el estilo de su Fígaro, Fernández Guerra dice que si tuviera que definir la fisonomía de su obra propondría que es casi paródico, "de no acabar de creérselo, pero enraizado en el propio argumento de la obra". No obstante, Fernández Guerras advierte también que "el estilo no se puede definir". Precisa que "la estética de Sin demonio no hay fortuna es la escasez, y eso también me ha llevado a huir de lo abstracto".

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