La dimisión de Calero, un reflejo del fracaso de la 'contra'

La crisis en la dirección de la Unidad Nicaragüense Opositora (UNO), con la dimisión de su dirigente Adolfo Calero, se produce cuando las fuerzas de la llamada contra tendrían que haber conseguido ya éxitos en su lucha conseguido contra los sandinistas.La dimisión de Calero no cambia fundamentalmente la dirección de la guerra de los contras. Se trata más bien de una operación cosmética para evitar la salida de Arturo Cruz y Alfonso Robelo del triunvirato que dirigía la UNO. Estos dos dirigentes todavía disfrutan de cierta credibilidad democrática y una buena imagen ante la opinión pública de Estados Unidos.

La salida de Calero, un derechista aliado con los sectores somocistas de la contra, y la entrada en el triunvirato dirigente de la UNO del periodista Pedro Joaquín Chamorro, de 35 años, hijo del director de La Prensa asesinado por Somoza, permite dar a la UNO la respetabilidad necesaria para obtener del Congreso de EE UU los 40 millones de dólares (unos 5.200 millones de pesetas) pendientes de la ayuda otorgada a los antisandinistas. Con el cambio de Calero por Chamorro se puede conservar todavía la esperanza de que se aprueben en el nuevo ejercicio fiscal los 105 millones de dólares (13.650 millones de pesetas) que había solicitado el presidente Ronald Reagan.

Calero dimitió de la dirección de la UNO, pero no ha renunciado a la jefatura de la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), que prácticamente es la única organización armada que lucha contra el sandinismo, y que opera desde Honduras a las órdenes del ex coronel somocista Enrique Bermúdez. De esta forma, el sector más derechista conserva el poder fáctico que dan las armas, mientras que políticos que se autodefinen como socialdemócratas, Robelo y Chamorro, dan la fachada respetable y sirven de hoja de parra a la contra. Cruz, tras la renuncia de Calero, declaró que se replanteará su anunciada dimisión, y lo más probable es que continúe en el triunvirato.

Legitimidad democrática

La UNO, sin Cruz y Robelo, habría perdido toda su legitimidad democrática y dejado a la contra marcada por el estigma del somocismo.

El Gobierno sandinista no da importancia, al menos verbalmente, a la dimisión de Calero. Para el presidente Daniel Ortega, se trata de una simple "recomposición de forma" orientada a asegurar la percepción de la ayuda norteamericana. El vicepresidente, Sergio Ramírez, declaró que los dirigentes de la contra "son ceros a la izquierda, títeres que controla Washington". Añadió Ramírez que "lo que cuenta no son los títeres, sino la voluntad de la Administración de Reagan de intensificar la guerra contra Nicaragua".

Las pugnas en la dirección política de la UNO estallan cuando los combatientes antisandinistas tenían que haber conseguido ya éxitos que no se han producido. Fuentes dipioniáticas con acceso a informes de espionaje en Honduras constatan que las operaciones de la contra llevan un retraso de un mes sobre los objetivos previstos. Hubo problemas de abastecimiento, y hasta diciembre, el material que habían recibido los contras procedente de Estados Unidos era de escasa utilidad para su lucha. El suministro de armas empezó a fluir después. En enero, un grupo de 70 u 80 comandos entrenados en Florida (EE UU) pasó a inipartir sus enseñanzas a los contras en Honduras.

La táctica actual de la contra consiste en entrar, golpear y, retirarse, sin cicupar terreno, y orienta sus golpes principalmente contra símbelos y organizaciones sandinistas. Sin embargo, días atrás, 51 Aluevo Diario de Nicaragua se permitió la broma de titular en primera: "Contrasse internan pero en Honduras".