Corazón Aquino asegura tras su victoria en el referéndum constitucional que dará prioridad a la economía
"La economía se convertirá en el principal asunto para mi Gobierno", afirmó ayer la presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, celebrando el sí de la gran mayoría de los votantesa la nueva Constitución, que consolida el proceso de transición democrática iniciado hace 11 meses. La oposición vinculada al ex presidente Ferdinand Marcos acepta, mal que bien, el resultado del referéndum celebrado el pasado lunes, que ayer arrojaba un 78,7% de votos afirmativos con el 50% de los sufragios escrutado. Los medios empresariales, por su parte, consideran muy positivo para la estabilidad de Filipinas el respaldo a la Constitución.
"Un Gobierno constitucional representa una garantía política para los principales países acreedores de Filipinas, como EE UU, Japón y los países miembros de la Comunidad Europea", comentó un importante banquero. Filipinas logró ya la semana pasada, en París, renegociar en términos bastante favorables parte de su deuda exterior, cifrada en unos 27.000 millones de dólares (unos 3,5 billones de pesetas).El apoyo popular mostrado hacia Cory Aquino, expresado a través del voto en favor de la nueva Constitución en el referéndum del pasado lunes, refuerza indudablemente la posición de la Administración de Aquino a la hora de abordar reformas económicas -incluida la agraria- y nuevos planes de estímulo a la débil economía filipina.
La creación de un clima político y social más estable en Filipinas debería contribuir igualmente a la llegada de inversores extranjeros, lo que potenciaría un cambio de tendencia en la evolución económica reciente.
La crisis comenzó durante los últimos años de la presidencia de Ferdinand Marcos y, principalmente, tras el asesinato, en agosto de 1983, del senador Benigno Aquino -esposo de la actual presidenta-, que fue el desencadenante de que muchos capitales extranjeros abandonaran el país, en busca de oportunidades de inversión más seguras.
Hoy, mientras se confirma el resultado abrumadoramente afirmativo del referéndum del lunes que, indirectamente, equivale a un voto de confianza a la actual presidenta, la situación política en Filipinas parece tranquilizarse. El próximo paso hacia la estabilidad política deberá llegar con la celebración de elecciones generales, probablemente en mayo, para formar el nuevo Batasan Pambansa (Asamblea Nacional), que deberá discutir y aprobar las leyes. Desde la caída de Marcos, el país ha sido gobernado mediante decretos presidenciales, ya que no había Parlamento. Este fue disuelto por Aquino al tomar posesión de su mandato presidencial, el 25 de febrero de 1986, en un clima de revolución popular, mientras un grupo de militares, encabezados por Juan Ponce Enrile, entonces ministro de Defensa, y por el general Fidel Ramos, jefe del Estado Mayor, se matenían alzados en armas contra Marcos. El dictador vivía sus últimas horas en el palacio de Malacañang, antes de abandonarlo para exiliarse en Hawai (Estados Unidos), donde reside actualmente.
"Acepto y prometo trabajar por la democracia, que no debe tener necesariamente una sola voz", comentó ayer Juan Ponce Enrile, el ministro destituido el pasado mes de noviembre por Cory Aquino debido a su implicación en un intento de golpe de Estado. Ponce Enrile, que hizo campaña a favor del no a la nueva Constitución, daba ayer pruebas de civismo político, y dejaba entender que estará en la arena política, con la oposición de derecha al Gobierno de Aquino, en las próximas elecciones.
Reacciones moderadas
En términos análogos se manifestó Arturo Tolentino, ex ministro de Asuntos Exteriores de Ferdinand Marcos, protagonista del intento de golpe militar de julio de 1986 y partidario, como Ponce Enrile, del no a la Constitución. "Si la mayoría la ha aprobado, nosotros la respetaremos y prepararemos nuestro partido para las elecciones generales", comentó ayer Tolentino en Manila.
La moderación de los dirigentes fieles a Marcos y de la ultraderecha que se opone desde otras bases ideológicas al régimen de Cory Aquino, ilustrada por las personalidades de Tolentino y Ponce Enrile, respectivamente, son una prueba más de que, al menos por el momento, el apoyo que ha prestado a la Constitución casi el 80% de los filipinos (sobre un censo electoral de 25 millones de electores, con un 20% de abstenciones) ha conseguido el objetivo de estabilizar el ambiente político en Filipinas.
Esta estabilidad es condición indispensable para cualquier programa de reactivación económica, una cuestión a la que Cory Aquino parece dispuesta a dedicar sus principales esfuerzos en los próximos tiempos, incluidos los aspectos sociales del problema. A finales de este mes, la presidenta deberá presentar una nueva oferta de reforma agraria a una población que, en el 60% de los casos, sobrevive por debajo del nivel nacional de pobreza, cifrado en unas 12.000 pesetas mensuales para una familia de seis miembros.
[Una fuente militar que pidió no ser identificada manifestó ayer en Manila a la agencia Reuter que la presidenta tiene previsto pedir a los militares que juren fidelidad a la nueva Constitución. La agencia France Presse informa, por su parte, que los resultados oficiosos del Movimiento Nacional de los Ciudadanos para unas Elecciones Libres (Nainfrel) indican que, al menos en tres grandes cuarteles, los militares votaron en contra de la Constitución. Preguntado por este tema, el portavoz de la presidenta, Teodoro Benigno, comentó que "Aquino deberá estudiar la situación y tener en cuenta por qué los militares han votado de ese modo."]
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