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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mensaje de Hassan

EL MENSAJE que el rey Hassan II ha enviado al Gobierno español a través de José Barrionuevo es la acción diplomática más directa realizada por Marruecos en los últimos años para presionar en favor de sus reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla. En el fondo no hay novedad; en la forma y el marco del planteamiento, sí. Hassan II no ha entregado una nota escrita, lo que reduce la formalidad del procedimiento. Pero mientras Barnonuevo volaba hacia Madrid, la agencia marroquí MAP dio a la publicidad un texto que resume las palabras del monarca. En Rabat, la Prensa otorga al tema máxima prioridad, presentándolo como mensaje del rey de Marruecos al Rey de España.Hassan no parece ahora particularmente presionado por su oposición interior, pero él siempre ha tenido la preocupación por quedar en la historia como el unificador de Marruecos. Y puede pensar que ahora es un buen momento para adelantar sus peones en el tema de Ceuta y Melilla, cuando goza de los favores de Washington después de la ruptura de su unión con Gaddafi y mientras España tiene con EE UU un contencioso complejo. Por otro lado, el monarca alauí había aceptado en anteriores declaraciones ligar el tema de Ceuta y Melilla a una solución favorable para España de la soberanía sobre Gibraltar. El horizonte oscuro en que ha quedado esta cuestión ha incitado a un nuevo planteamiento de la postura marroquí, sin vínculo o referencia, al Peñón.

El Gobierno, de Felipe González ha cometido reiteradas veces el error de suponer que Ceuta y Melilla eran un problema prioritariamente del Ministerio del Interior, y como tal debía ser tratado. A ese error de concepto se han agregado las torpezas acumuladas: nombrar a Dudú asesor del ministro Barrionuevo, destituirle poco después y ahora pretender llevarle a los tribunales por sus opiniones sobre el carácter marroquí de Melilla. El viaje de Barrionuevo ha confirmado que carecemos de una política seria ante un problema que es uno de los más difíciles para nuestra diplomacia. Hace poco más de un mes, con motivo de la visita a Rabat de Luis Yáñez, escribíamos en estas mismas páginas: "España no se puede permitir una política dispersa, por la que cada departamento ministerial administra sus formas de cooperación como algo aislado del con unto. Las relaciones con Marruecos tienen que responder a una visión global, de Estado". Barrionuevo se ha pasado dos días repitiendo que él había ido a tratar únicamente problemas técnicos, y que teníamos con Marruecos relaciones perfectas simplemente dejando de lado el tema de Ceuta y Melilla. Luego entró en el palacio de Hassan y salió con un mensaje que plantea el tema de forma rotunda.

En cuanto al mensaje en sí, la peor reacción es repetir, como ha hecho Exteriores, la tesis de siempre y decir que el problema no existe. Existe, y no es exclusivamente español. Necesitamos una política que refleje lo mejor posible los intereses de España. En el mensaje de Hassan destaca una novedad: la idea de una comisión mixta o "célula de reflexión" para examinar eventuales soluciones. En enero de 1975, Marruecos presentó ante la ONU la inclusión de Ceuta y Melilla en el Comité de Descolonización. A España no le interesa que el problema sea llevado a un foro internacional. En cambio, una reflexión bilateral sobre soluciones de futuro, sin poner en entredicho los derechos indiscutibles de las poblaciones españolas, no tendría por qué ser descartable a priori.

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La opinión pública española es mayor de edad y necesita abordar el futuro de Ceuta y Melilla. No se trata de aceptar sin más un mensaje cuyo propósito es presionar sobre el Gobierno y esa misma opinión pública. Pero una concepción correcta del interés de España no debe excluir fórmulas susceptibles de abrir horizontes, sin abandonar nuestros intereses vitales.

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