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El Soviet Supremo legaliza el trabajo privado de los ciudadanos de la URSS

Pilar Bonet

Las amas de casa, los jubilados, estudiantes y otros ciudadanos soviéticos que en su tiempo libre deseen emprenden una actividad privada lucrativa por su cuenta no van a ser en adelante tratados como despreciables enemigos del sistema, sino que contarán con el instrumento de una ley que hoy debe aprobar el Soviet Supremo de la URSS. La nueva ley marca un hito por aceptar, tras muchos años de rechazo, la existencia de servicios privados como puedan ser cafés, restaurantes, reformas de viviendas y reparaciones eléctricas.

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La ley, que regula la "actividad laboral individual", tiene un alcance limitado, pero es "histórica", porque da a la iniciativa privada un margen de acción que en toda la historia de la URSS sólo ha sido superado en los años veinte con la Nueva Política Económica (NEP) que sustituyó al duro comunismo de guerra. En la NEP el sector estatal coexistió con una agricultura mayoritariamente privada, un comercio privado y una pequeña industria también privada.Sin llegar a los límites de la NEP, la nueva ley marca un hito. Ante el conjunto de posibilidades que quedará hoy esbozado, la URSS se había mostrado hasta ahora reticente, pese a la experiencia china y a la de sus vecinos de Europa del Este, y pese a reconocer que el Estado ha sido incapaz de satisfacer las necesidades de consumo de la población, con la consecuencia de que unos sufren y culpan al Estado y otros prosperan y roban al Estado.

El borrador de la ley que se debate hoy fue redactado en 28 días, decía Novedades de Moscú. El nuevo acto legislativo debe convertirse, según la misma fuente, en un "salvaconducto para un trabajador honrado, capaz de prestar su aportación en la esfera de los servicios". "Se necesita ofrecer más facilidades a los particulares deseosos de cooperar con el Estado", señalaba el semanario, según el cual las formulaciones han sido cuidadas para excluir "la más mínima posibilidad de interpretación ambigua".

Aparte de estudiantes, amas de casa y jubilados, que podrán dedicarse a la "actividad individual" de lleno, los ciudadanos restantes podrán recurrir a él como "ocupación adicional" en horas libres tras el trabajo en una entidad estatal o cooperativa. Quienes se vean afectados por la mecanización de la industria en un puesto de trabajo podrán echar mano de esta solución que exigirá un sistema de licencias municipal y fiscal. El precio de las licencias, no revelado, dependerá, según sugiere Novedades de Moscú, de los ingresos medios del personal ocupado en las empresas afines del sector estatal.

Cooperativas

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En su artículo 17, la Constitución soviética permite la actividad laboral individual en la artesanía, agricultura, servicio doméstico y otras actividades basadas exclusivamente en el trabajo de los ciudadanos y sus familiares. La asociación en cooperativas y el régimen familiar parecen ser las formas de trabajo individual que serán primadas por la ley. En octubre, el Gobierno autorizó la creación de cooperativas privadas de jubilados, madres de familia y estudiantes para el reciclaje de desechos. Estas cooperativas pagarán impuestos sobre los beneficios netos, que van desde el 10% los dos primeros años, al 5% a partir del cuarto año.

En las repúblicas bálticas se han comenzado experimentos en régimen familiar que incluyen lavanderías en Estonia y cafés en Letonia. En la localidad turística de Plarnu (Estonia) hay un videosalón, inaugurado en junio pasado y llevado en régimen familiar por dos matrimonios, según el semanario Krockodil. El local, abierto desde mediodía a medianoche, tiene ocho mesas y cuatro plazas por cada una de ellas, da sesiones de una hora por las que cobra entre 50 kopeks y dos rublos y vende bebidas no alcohólicas a precios estatales, quedándose con dos tercios de los beneficios. El salón es un éxito completo, habida cuenta de la desangelada competencia estatal, pero se ve visitado a diario por latosos inspectores que comprueban la caja, las películas, la higiene y el régimen de trabajo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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