Filmes buenos y menos buenos, bien dosificados

Los festivales viven de tener buenas películas entre las que seleccionan y necesitan dosificar su aparición. No hay que ponerlas el primer día, porque aún faltan espectadores importantes, ya que la maquinaria informativa, a veces, es lenta, pero tampoco conviene guardar todo lo bueno para el final. Venecia sigue escrupulosamente esa regla y ayer nos presentó Le rayon vert, de Eric Rohmer. Aunque resulte díficil decirlo así, a bote pronto, Le rayon vert es un buen filme. Y es dificil porque, tal y como el propio cineasta confiesa cuando se sale del cine no se sabe si una película te ha gustado Ío no. Al menos tiene que pasar una noche. Necesito soñar con ella".

A los cronistas festivaleros no se nos concede esta noche de ensoñación que reclama el cineasta pero, en este caso no hay peligro de equivocarse: la quinta entrega de la serie Comedias y proverbios es -una nueva demostración de que la fórmula Rohmer funciona, que él es uno de los mejores cronistas de las costumbres y la moral contemporáneas, que su cámara behaviorista sabe siempre lo que ha de mostrar .y que, si bien no es cierto que "hablando se entiende la gente", sí lo es que, a partir de lo que dice, es posible saberlo todo, tanto lo que se calla como lo que deforma, porque las palabras van acompañadas del gesto y en Rolimer existe una relación de, absoluta autenticidad entre el discurso verbal y el cuerpo que lo formula.

Círculo vicioso

Le rayon vert toma el título de Jules Verne y de un fenómeno de refracción de la luz. La protagonista es una chica desorientada, que atraviesa una crisis sentimental que coincide con sus dudas sobre dónde pasar las vacaciones. En el fondo, Delphine -interpretada por una espléndida Marie Riviéreduda de sí misma, tiene miedo y se refugia en la soledad. Pero se aburre y se angustia, recomenzando un círculo vicioso que no logra romper.Como en otras películas de olimer, la frialdad y exactitud de la exposición causan un cierto estupor en el espectador, que no sabe hasta qué punto sus risas son de complicidad o fruto de sentirse muy por encima de los personajes. Pero la complicidad surge, de una manera u otra, todos nos vemos reflejados en la pantalla y comprendemos que al amor hay que darle su tiempo y que la paranoia de los signos que se encadenan bien puede desembocar en ese fantástico rayo verde al que se refiere el título y que fue rodado en Canarias, aprovechando un crepúsculo invernal muy transparente.

Comedia dramática

La primera película italiana a concurso, Regalo di Nátale, de Pupi Avati, es un producto pensado y realizado con aquella mentalidad de los años 50 que se proponía dignificar la comedia como género a base de darle un mayor dramatismo e incluir algunas reflexiones explícitas que hicieran evidente el contenido último de la anécdota. Pupi Avati, al que algunos consideran como el mayor narrador del actual cine italiano, recupera La noche de los maridos y le pone un poquito de L'escoponne scientifico para contarnos esa fábula navideña en la que, un grupo de antiguos amigos a los que la vida no ha tratado demasiado bien, se reúnen de nuevo para intentar desplumar a un industrial fanático del póker. Aunque Regalo di Natale empieza como una comedia ingeniosa, pronto deriva hacia el drama polvoriento, con flash-bakcs rodados a base de flous y unos personajes esquemáticos y falsos. No falta, eso sí, la sorpresa final con la que se pretende disimular un desfile de tópicos del que sólo se salva el actor Carlo Delle Piane.Dentro del apartado dedicado a las primeras o segundas obras, ha desfilado por la pantalla del Excelsior Nanou, una coproducción franco-británica bien intencionada y pulcra que retorna la iconografía del cine de izquierdas de los años, 60, con sus chicas encantadoras, abnegadas y mochileras y sus revolucionarios mal afeitados, aparentemente duros y misteriosos.