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Entrevista:LA 'GUERRA SUCIA' EN CHILE

"El general Leigh sabía que en la Fuerza Aérea se torturaba"

"El Comando Conjunto detuvo a más de 500 personas. Al menos 13 de ellas están desaparecidas"

El ex cabo de la Fuerza Aérea de Chile Andrés Valenzuela Morales que desertó a finales de 1984 de los servicios de seguridad de este país y vive desde entonces como refugiado político en Francia, fue la pieza clave de un complicado engranaje judicial que ha permitido desenmascarar los métodos de la guerra sucia chilena. Poco antes de abandonar su país, con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad, Valenzuela hizo una extensa declaración jurada en la que detalló cómo operaba el Comando Conjunto -integrado por la aviación, la marina y el cuerpo de carabineros-, responsable de la desaparición, en 1976, de 10 integrantes de la dirección del Partido Comunista de Chile.

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Valenzuela dejó detrás de sí una verdadera bomba de relojería que cayó en las manos de un juez honesto y paciente, Carlos Cerda. Después de trabajar durante casi dos años sobre la base de sus testimonios, este juez acaba de procesar a 38 militares, en una decisión que la oposición ha calificado de "histórica".Entre los procesados está el general Gustavo Leigh, comandante en jefe de la aviación y miembro de la Junta Militar hasta 1978, cuando fue alejado del poder en un golpe de mano del general Augusto Pinochet. Además de Leigh, aparecen involucrados otros tres generales, ocho coroneles, cuatro tenientes coroneles, 22 soldados y dos civiles que trabajaban como informantes para los servicios de inteligencia.

Pregunta. ¿Cuál era el procedimento utilizado normalmente en la guerra sucia?

Respuesta. Los sospechosos eran seguidos durante semanas por equipos especializados, entre los que estaba yo. Se hacían fotografías de sus contactos y, cuando eran detenidos, se les entregaba a los equipos de interrogadores con todos los antecedentes. Los que interrogaban. eran agentes que tenían cursos de información política y que habían aprendido a torturar en escuelas especiales en Brasil, Panamá y Suráfrica.

P. Usted formó parte del Comando Conjunto, que aparece como el responsable de la muerte de 10 dirigentes del partido comunista. ¿Cuántas personas fueron detenidas por este comando?

R. Tienen que haber sido más de 500 mientras yo trabajé.

P. ¿Y cuántas fueron asesinadas?

R. Hay 13 detenidos desaparecidos, que son los que yo recuerdo. Pero tiene que haber más. Yo no siempre estaba en el servicio. A veces me iba de vacaciones o no me tocaba trabajar y uno no sabía lo que pasaba entonces. Pero, además de esos 13 desaparecidos, fueron también asesinados el soldado Bratti Cornejo, el informante del partido comunista Carol Fedor Flores y un hombre que fue muerto a golpes y cuyo cadáver fue entregado a sus familiares.

P. ¿Cuántas personas íntegraban el Comando Conjunto?

R. Éramos alrededor de 40 entre gente de la Marina, la Aviación y carabineros.

El general Leigh lo sabía

P. ¿Había mujeres?

R. Participaban algunas mujeres, pero no directamente en la tortura, sino como señuelo en la calle, en el seguimiento de los sospechosos, ya que uno siempre se imagina que un agente de seguridad debe ser un hombre.

P. ¿El general Gustavo Leigh estaba al tanto de que se detenía y torturaba en la Fuerza Aérea?

R. Sí, él estaba al corriente, ya que los recintos secretos que nosotros teníamos, las casas de seguridad y todo el mobiliario era sumamente secreto. También estaba al corriente el general director de inteligencia de la Aviación [Enrique Ruiz Ramos, ahora procesado] y él le informaba al comandante en jefe, en ese tiempo el general Leigh.

P. ¿Quiénes daban las órdenes en este comando y decidían la suerte de los detenidos?

R. Las órdenes directas las daba el capitán de carabineros Manuel Muñoz Gamboa y el oficial de la aviación Roberto Fuentes Morrison. Pero no creo que ellos sean los culpables directos. Por el grado, no les correspondía tomar ese tipo de decisiones, sino que tiene que haber involucrados generales y coroneles.

P. ¿Como quiénes?

R. Por la Aviación tiene que estar involucrado el general Enrique Ruiz Ramos, actualmente retirado, y un general de apellido Romero [se trata del general Manuel Romero Gormaz, también procesado]. No sé quiénes eran los que mandaban en la marina.

P. ¿Cuáles eran los recintos secretos donde se torturaba?

R. Empezamos el año 1974 en la Academia de Guerra Aérea, que no era tan secreta, para irnos después con un grupo de prisioneros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), a una casa en Apoquindo [un barrio elegante de Santiago]. Cuando esta gente es expulsada de Chile empezamos a trabajar a la juventud del partido comunista y después al partido comunista. Aquí es cuando la aviación comienza a hacer desaparecer personas. Usamos un local ubicado dentro del aeropuerto Cerrillos [en Santiago]. Después tuvimos un local secreto en el paradero 20 de Gran Avenida, más tarde en el paradero 18 de Vicuña Mackenna, en una casa que había sido de un militante del MIR, y también una cárcel secreta en el interior del Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina. Ah, uno de los recintos más importantes fue el edificio del ex diario Clarín, que le llamábamos La Firma y donde funcionó hasta muy poco el Dicomcar [servicios de información] de carabineros [responsable del secuestro y degollamiento de tres militantes comunistas, ocurrido el año pasado].

P. ¿Cuál fue su participación en los servicios de seguridad?

R. Yo no participé directamente en la tortura. No soy especialista en interrogatorio, pero eso siempre va a quedar a dudas. Yo participaba en el seguimiento, la detención y vigilancia de los detenidos.. Pero presencié las torturas, ya que cualquier agente tenía acceso a la sala de interrogatorios.

P. ¿Qué sintió la primera vez que participó en una tortura?

R. Yo me iniciaba recién en esto de los servicios de seguridad el año 1974 y me pidieron que acompañara a algunos oficiales, entre ellos el comandante Edgar Ceballos, a un departamento en la calle Pedro de Valdivia, que se usaba para torturas.. Fui con otro soldado que estaba también en la mili. Y presenciamos cómo le ponían electricidad a una muchacha joven. El comandante Ceballos le decía que si no hablaba les iba a decir a los soldados que la violaran. A mí me dio mucho miedo. Entré en uno de los dormitorios y me puse a llorar. Estaba muy asustado. De ahí se me metió en la cabeza que yo no me podía ir del servicio si no quería ocupar el puesto de esa joven.

P. ¿En las sesiones de tortura participaban también médicos?

R. No en el momento en que se estaba aplicando la tortura, sino, que después, cuando un detenido quedaba en muy malas condiciones, se traía un médico de confianza para que le recetara remedios, sobre todo para que viera a los que eran fracturados, ya que a veces la gente era fracturada como producto de los golpes que recibía.

El fusilamiento masivo

P. ¿Cómo fue el episodio en que fueron asesinados los actuales desaparecidos?

R. En una ocasión llegó una camioneta a buscar detenidos. Traían chuzos, palas y bidones con combustible (para quemar los cuerpos y desfigurarlos). Venían los oficiales que trabajaban con nosotros: Adolfo Palma Ramírez, que había sido de Patria y Libertad [grupo de ultraderecha responsable del asesinato, del secretarío naval del ex presidente Allende], el comandante Fuentes Morrison, el capitán de carabineros Manuel Muñoz y otros más que eran habituales ew este tipo de operaciones, cuando se trataba de asesinatos. A mí me pidieron que sacara a un detenido, de apellido Fuentes, y a otro guardia le pidieron que sacara a otro apellidado Gallardo. Nos cambiamos con mi compañero y yo saqué a Gallardo. Le dije que iba a quedar en libertad, pero él sabía lo que le esperaba. Me dijo: "Antes que me pongas las esposas quiero darte la mano. Algún día nos encontraremos".

P. ¿Cuántas personas fueron asesinadas esa noche?

R. Fueron asesinadas como 8 o 10 personas, entre ellas Gallardo, Fuentes, que había sido regidor [consejal], y Ricardo Weibel Navarrete [alto dirigente comunista]. Los fusilaron a todos en el interior del Regimiento Peldehue y sus cuerpos fueron enterrados en un lugar que desconozco.

P. ¿Qué otros procedimientos usaban para hacer desaparecer los cuerpos de los detenidos?

R. Sé de una operación que se hizo con otro grupo de personas. Yo estaba en el Regimiento de Artillería Antiaérea de Colina [a 20 kilómetros de Santiago] y llegó un helicóptero con comandos del Ejército (grupo de élíte). Se llevaron como a 10 personas que habían sido drogadas previamente, ya que iban casi inconscientes. Según me contó después el agente Palma Ramírez, el helicóptero se dirigió hacia el océano Pacífico, frente al puerto de San Antonio. A los detenidos los abrieron con una bayoneta antes de lanzarlos al mar, para que no flotaran.

P. El Comando Conjunto también asesinó a alguno de sus integrantes. ¿Por qué mataron al soldado Bratti Cornejo?

R. Por las divergencias que teníamos con otro servicio de seguridad, la DINA. A Bratti Cornejo lo acusaron de pasarse a la DINA y entregar información de gente que estábamos trabajando nosotros.

P. ¿Usted, participó en su ejecución?

R. Sí, una noche pasó a buscarme César Palma Ramírez a casa. Fuimos a La Firma y allí nos esperaban varios oficiales, entre ellos el capitán Manuel Muñoz. Había un pequeño cóctel. Le dijeron al guardia que trajera el paquete, que era la denominación que le dábamos a un preso, y apareció vendado y esposado el soldado Bratti. Lo llevamos hasta el Cajón del Maipo [un río que cruza cerca de Santiago] y allí me di cuenta que lo iban a matar.

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