El político que no quiso serlo
¿Era Infante un político? La pregunta parece de más. Pero la singular manera con que el notario andaluz anduvo por la vida pública, intentando "una política decente, no al uso", justifica el planteamiento.A orillas del Guadalquivir, en Coria del Río, había remansado su vida familiar en una casa, Villa Alegría (Dar-El-Farah), trazada por él en sus detalles deliciosamente chovinistas. Pero la proclamación de la 11 República provocó su aceleración biográfica y una radicalización ideológica que apasionaron los 65 últimos meses de su vida.
'La República no fue sino el nombre que se dio al triunfo de los políticos desplazados por la acción de Primo de Rivera. Volvieron los políticos ex monárquicos y advinieron los republicanos de igual animación, con idénticos métodos que los monárquicos. Quienes nos hubimos de alzar contra ellos estuvimos a punto de ser fusilados... ¡por traidores a la República" (Carta andalucista, septiembre, 1935). El libro a que remite es el más audaz y libre de los suyos al -narrar con arrebato su candidatura a las constituyentes de 1931, la "Republicana Revolucionaria Federal Andalucista, que, organizada por Blas Infante, era anticentralista, anticaciquil y de oposición al Gobierno desde la izquierda" (Tuñón). Encabezada por Ramón Franco, quedó en segundo lugar, pese a los ataques del ministro Maura, que acusó a los andalucistas de compló. "Siempre he sospechado que lo de Tablada se abultó por las vociferaciones de Maura", escribirá Azaña (Memorias).
Al nuevo trance, nueva organización: a los Centros Andaluces suceden las Juntas Liberalistas de Andalucía, "liberadoras de injusticias" (Díaz del Moral), que se autotitulan "expresión de los anhelos revolucionarios andaluces" y decisivas en la campaña hacia el Estatuto. Se integraron en 1978 en el Partido Andalucista.
¿Pretendió Infante un partido político? Junto con su concepto de España, la cuestión nos divide a los analistas. Subyace en ella la duda de si el padre de la patria perdería simbolismo al optar por partido. Unas cuantas cosas ya están claras: que tuvo aversión a los partidos-comités electoreros; que rectifica -dice- consejos anteriores e ingresa en el Partido Republicano Federal, invitando a sus liberalistas a ello (17-4-193 l), que no consta que lo abandonara, aunque dudamos de su militancia disciplinada; que últimos hallazgos del profesor Macarro documentan su intento de un Partido Revolucionario Obrero Andaluz (PROA); que la sentencia del Tribunal de Resposabilidades le condena porque "se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz". El tema exige ya la leal colaboración de los investigadores.
Por entonces, el Gobierno elige al notario de Coria miembro de la "Comisión técnica para la solución del problema de los latifundios". El "pedid tierra y libertad" del himno andaluz puede verse, respondido. Tamames opina que el proyecto elaborado por la comisión fue "de gran lucidez, profundo y simple, de soluciones reales". Malefakis lo ve "técnicamente excelente, la propuesta agraria más prometedora de la República". Infante, no tan simplemente agrarista como es juzgado, profundiza el asunto como "problema nacional andaluz. Nosotros hemos deshecho el eufemismo agrario" (AAN, 8). La derecha y el socialismo hundieron el proyecto, y don Blas, con los suyos, se centra en cinco años de acción pro estatuto, ya iniciada en mayo de 1931. Los sucesos de Casas Viejas, la revolución de Asturias y la declaración catalanista de Companys dificultan todo.
El líder andaluz, decepcionado por los politiqueos, sorprende al apartarse de la vida pública, al menos de marzo de 1934 a septiembre de 1935. "Han llegado a reprocharme con dureza mi silencio", escribirá. Seriamente religioso, radical en su crítica al lado humano de la Iglesia, quedarán 13 cuadernos íntimos de reflexión franciscanista y adelantadas tesis de Teilhard. Vuelve con su última Carta Andalucista (septiembre 1935), en la que, eterna cuestión, dialectiza entre intervenir hacia el poder en política y partido o atenerse a una acción concienciadora. "Participo de ambos criterios y creo posible una política decente", dice.
Con otros nacionalismos
Blas Infante siguió con atención minuciosa y apasionada la trayectoria de los otros nacionalismos ibéricos. En verdad, le traían a mal traer: defendió siempre sus aspiraciones y se pasmaba de los exclusivismos en que pensó caían los "nacionalismos norteños". ¿Fue este carácter abierto del andalucismo el contrasentido que levolvió tan impracticable, tan ,,.poco práctico"'? (él huía de "la política piráctica"). Lo dijo muy claro: "Mi nacionalismo, como he dicho, no consiente, al contrario, estima grotesca la alabanza de un pueblo a sí mismo tanto como la propia alabanza. individual. Mi patriotismo sigue otros derroteros; antes que andaluz, es humano. Creo que, por el nacírniento, la, naturaleza no cireunscribe un inundo para el nacido, sino que complementa, discierne a los soldados de la vida el lugar en donde han de luchar por ella. Yo quiero trabajar por la causa ,del espíritu en Andalucia porque en ella vine a nacer; si en otra parte mecincontrare, irne esforzaría por esta causa con igual fervor" (AEE, 1, hacia 19211).
Con el País Vasco, hasta hoy, no constam relaciones. Con Cataluña, luego se verá. Con Galicia fueron intensas: "En 15129 gocé un mes inmerso en el dialce ambiente gallego. Los nacionalistas gallegos fueron muy amables con este humilde viajero que vivía múltiples sugerencias evocadas por los monumentos de la ruta medieval a Compostela". (De sus 6.001) manuscritos inéditos 586 dedicó a la comparación del arte románico con el califal.)
"En La Coruña me brindaron con un inolvidable agasajo ofreciéndorrie un banquete en un hostal abierto sobre la hermosa ría. Les hablé ( ... ), les conté la si guiente anécdota: en Puientedeume había visitado una iglesia en la que, como en todas las de Galicia, se encuentra un Santiago matando moros. El Santiago, sobre las andas, en el centro del templo, nos sugirió esta interrogación: ¿por qué Santiago mata a estos hombres?'¡Oh señor!', con testó el inonaguillo, 'porque os mouros mataron a nosso Señor' Y añadió el sacristán:, 'Son o granadinos, señor, gente irnu mala'.
Yo pedí a los compañeros de Galicia que, en cuanto España recobrase su libertad, celebraran una fiesta en la cual, como seña de amor de Andalucía, desmontasen a Santiago y le rompiesen la lanza. Así lo prometieron" (Pueblo Andaluz, 20-6-1931).
Castelao, Villar Ponte (con quien Infante mantuvo amistad) y los suyos coincidían en igual análisis del tema Santiago, cuestión disputada en la historiografia medieval. El entrañable Cases-Carbó defenderá con Infante "un Estatut no similar al catalá", y será su puente hacia Companys y sus consellers a quienes Infante escribe, visita y atiende fraternal durante su encarcelamiento en el penal de El Puerto Santa María en 1934.
Se cumplen hoy 50 años
El 6 de julio de 1936, los sevillanos (y el general Quipo de Llano) desplegaban en su desayuno El Liberal. En primera página, a todo ancho, en cabecera: "El ilustre andalucista señor Infante, designado presidente de honor de la Junta Regional pro Estatuto entre grandes aplausos". El 14 de julio, Infante iza la bandera andaluza en el Ayuntamiento sevillano. El domingo 19, el mismo Quipo ordena registro en el domicilio del notario.
El 2 de agosto, la agenda doméstica de Angustias García Parias de Infante anota de su mano: "Empezando a tomar la cuenta de la plaza estaba cuando llamaron a la puerta principal y se presentaron por la falsa al ir a abrirla. El sargento Crespo, de Falange, y otro, y la casa rodeada. Llévanse a Blas, se lo llevaron, así como el aparato de radio y el altavoz, a las 11.30 de la mañana de hoy. Los aparatos volvieron, pero él no".
Hasta el 4 permaneció detenido en el cuartelillo de Falange, en la calle de Trajano de Sevilla. Fue trasladado al cine Jáuregui, prisión improvisada, de la que sale en la madrugada del 10 al 11 de agosto, para ser fusilado en el kilómetro cuatro de la carretera de Carmona. Gritó por dos veces "Viva Andalucía libre". La viuda anotó en su diario: "+Blas+".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.