Historia de dos mujeres
En medios conservadores se acusa a Isabel II de ser una liberal
El palacio de Buckingham y la prensa británica siguen enzarzados en una creciente y agria disputa sobre las presuntas discrepancias políticas entre la reina Isabel II de Inglaterra y la primera ministra, Margaret Tlatcher. La crisis entre Buckingham y Downing Street, provocada por la situación en Suráfrica, no es la primera que estalla entre ambas mujeres: según The Sunday Times, a la reina tampoco le gustó cómo manejó Thatcher la huelga minera ni que autorizara que bombarderos de EE UU basados en el Reino Unido atacaran Libia.
Las informaciones ofrecidas por el semanario los dos últimos domingos han provocado críticas a la soberana, especialmente desde las filas conservadoras, donde se dice que Isabel II tiene puntos de vista demasiado liberales, y han agravado los problemas de imagen a los que Thatcher hace frente de un tiempo a esta parte.En una carta dirigida a The Times, Andrew Neil, director de The Sunday Times, ha acusado a Buckingham de negligencia y de "jugar con fuego" por el modo en que ha respondido a la publicación, el 20 de julio, de un informe sobre las críticas de Isabel II a muchas de las decisiones políticas de Thatcher. El rotativo señalaba que el secretario de prensa real, Michael Shea, había indicado que, a juicio de la reina, Thatcher adopta "enfoques descuidados, de enfrentamiento y socialmente escindidores" en su actuación política.
El periódico decía que no sólo asustaba a la reina que la política de Thatcher pudiera romper la Commonwealth, sino que también estaba disgustada con el modo en que Thatcher actuó durante la huelga de los mineros en 1984 1985 y con el permiso que dio para que bombarderos norteamericanos estacionados en el Reino Unido atacaran Libia la pasada primavera.
Algunos políticos creen que Shea se equivocó y reclaman su dimisión, mientras otros comentaristas estiman que el periódico erró al destacar los comentarios del portavoz regio sobre la presunta desaprobación real de la política de Thatcher.
El diputado conservador Ivor Staribrook dice que Shea es culpable de "un error de juicio político" y debe dimitir. "Creo que la posición de Shea es la de quien se supone que debe proteger a palacio y ser su medio de comunicación con la prensa, pero sobre todo impedir que la reina se vea implicada en controversias políticas", señala.
The Daily Telegraph, partidario de Thatcher, cree que Shea ha actuado ingenuamente, pero dice: "Parece claro que The Sunday Times, por decirlo cortésmente, dejó que el entusiasmo le anulara el juico en el modo de presentar el presunto disgusto de la reina con su primera ministra".
The Times opina que la dimisión de Shea no ayudará a Thatcher. "Podría incluso reforzar su reputación de sanguinaria, que constituye la razón de ser de su actual problema", dice en un editorial.
Muchos analistas creen que lo que ha trascendido de las diferencias entre Isabel II y Thatcher no es todo lo que las separa. Hacen notar que los consejeros de la reina han hecho poco por acallar los amplios informes de la Prensa sobre las discrepancias de la reina con la negativa de Thatcher a adoptar sanciones contra Suráfrica y su preocupación por la subsiguiente reacción de una parte de la Comnionwealth.
Esto ha llevado a The Sunday Telegraph y a otras publicaciones de inspiración conservadora a objetar que la reina se identifica demasiado con los dirigentes africanos y con el secretario general de la Commonwealth, Shridath Ramphal, quien presiona para que se adopten sanciones contra Suráfrica. Tras las celebraciones de la semana pasada con motivo de la boda del príncipe Andrés, el semanario The Spectator comentó que la popularidad de la monarquía puede llevar a la reina a creer que les inmune a las normas que rigen las relaciones entre la soberana y la primera ministra".
Esta revista examina el conflicto que, dice, existe entre la posición de Isabel II como reina de Inglaterra y su papel como cabeza de la Commonwealth, la organización que agrupa a 49 países que antaño pertenecieron al imperio británico. "La reina no puede mantener un papel que la coloca contra su Gobierno", dice Ae Spectator. "Asusta que sus consejeros no se hayan dado cuenta de ello'.
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