Maetros y discípulos
Por segunda vez en Madrid, el erotismo se ha puesto a debate a lo largo de toda esta semana, y ahora, al filo de la clausura, parece necesario efectuar algunas reflexiones y contestarse a algunas preguntas que han surgido y se han puesto impúdicamente -como la ocasión aconsejaba- encima del tapete. ¿Era necesario hacer un certamen de esta naturaleza? ¿Cuál es la fundamentación de esta semana? ¿Hasta cuándo debe seguir celebrándose periódicamente?Cuando el Ayuntamiento de Madrid se propuso la realización de esta II Semana del Erotismo hubo coincidencia general en que no se podría desconocer el hecho cultural del erotismo, la realidad de la que el erotismo forma y ha formado parte de la cultura histórica de la humanidad, y que el erotismo, más allá de constituir la ciencia y la técnica del amor, es en sí mismo cultura (sociología, psicología, arte, creación intelectual y social), que puede y debe ser tratado por las instituciones culturales con la misma naturalidad que la música popular castellana, es un decir. Quienes se rasguen las vestiduras (que, por fortuna, no parece haber sido nadie), analicen primero si la rotura del hábito no es fruto inmediato de traumas personales o vocaciones represivas.
La fundamentación de esta semana es estrictamente cultural. La concepción, la metodología y el proceso de tratamiento del erotismo ha tenido una única razón: el estudio científico de una materia, no ajena a ningún ser humano, por los intelectuales y personas más preparadas y con mayor conocimiento, todo ello adornado con algunos elementos (cine, teatro, recitales ... ) que aportan adjetivos al sustantivo y que, en muchas ocasiones, alcanzan protagonismo por propios méritos.
¿Hasta cuándo debería continuarse en la celebración de actos sobre esta principalísima faceta de la vida. humana? La respuesta, a mí me parece simple: hasta que una convocatoria de este género no despierte expectación alguna ni en la calle ni en los medios de comunicación. Entonces, la humanidad se habrá recuperado, y la sociedad, líbre y liberada, no necesitará aprender ni enseñar, como ya no se celebran manifestaciones reivindicando normas ya incluidas en nuestra legislación.
Entre tanto, se nos antoja saludable mariposear en torno al erotismo y posarse en él de la manera en que se ha hecho: de manera natural, con rigor intelectual y sin falsos pudores ni perniciosos prejuicios, sin miedo y sin censuras, libre de la represión exterior y, lo que es más importante, de la represión interior que tantas veces atenaza.
Finalmente, podría sorprender la expectación que se ha producido y responderse a la cuestión de por qué la gente asiste a actos sobre erotismo en lugar de utilizar ese tiempo en practicarlo. La asistencia demuestra que la sociedad española es una sociedad moderna y, por ello, difícil de escandalizar. Lo segundo demuestra que los españoles no hemos perdido la capacidad para sorprendernos, para ser curiosos ante las propuestas culturales novedosas, y eso asegura su buena salud. Porque lo más evidente es que en el erotismo no hay expertos, sino activistas, y todos podemos ser maestros y discípulos de tema tan vital para la continuidad de la especie humana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.