Un cosmopolita
Vijande, que se nos ha ido cuando su galería y su Fundación ya eran una realidad consolidada, era probablemente uno de los pocos galeristas, marchantes, y coleccionistas del arte contemporáneo en España de mayor alcance internacional, en contraste con el localismo acérrimo de nuestro mercado y nuestros círculos artísticos.El arte fue el motor de su vida. Sus éxitos, locuras y ruinas pasan por la obra de arte y la amistad con los artistas. Fue un entendido y amigo de los creadores, con los que se comprometió y, apostó dinero y talento. Procedía de la Barcelona vanguardista y cosmopolita y emprende su carrera en un Madrid hostil a la vanguardia que poco a poco se abre a la modernidad hasta la eclosión actual de la que él será un auténtico catalizador. Primero en la Vandrés, después en Vijande, ese garaje-hangar que era un espacio de la cultura de características neoyorquinas y todo lo contrario de la tienda de arte.
Pero Fernando fue sobre todo un hombre cosmopolita que saltaba los continentes convencido que el arte de este país era original y novedoso y una expresión inconfundible del siglo XX.
Incómodo para el gremio de las galerías y para las administraciones, fue ante todo un caballero, un elegante gentleman que con su terno negro, con su elevada planta, y su clavel rojo lanzó el mensaje de nuestro arte en América y en Europa con una pasión y un convencimiento que tarde o temprano fructificará.