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"Esa vieja Celestina sentada en las gradas de una iglesia"

Juan Cruz

"Esa vieja Celestina, sentada en las gradas de una iglesia, mendiga, puta, apestosa, enferma", ya no existe como punto de comparación para los mexicanos. Esa vieja Celestina, puta y mendiga, medio borracha", era España, y los latinoamericanos decían: "Somos como somos porque España es como esa vieja desdentada, y España es nuestra madre". "Ya no lo podemos decir más", decía ayer Carlos Fuentes, hablando como una ametralladora poco antes de visitar, nueve años depués de su último viaje a España, los cuadros preferidos del Museo del Prado."Ya no lo podemos decir porque resulta que nuestra madre es una muchacha muy gniapa y un poco destapada y todos queremos con ella". Para el autor de Terra nostra, "todo lo que ha ocurrido en este país nos llena de aliento. Creo que lo que pasa es la recuperación de una vocación perdida. Ningún país desarrolló instituciones democráticas tan fuertes desde la Edad Medía. Esto nos sirve a los latinoaniericanos para redescubrir la identidad democrática".

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Usa camisas de tejido norteamericano y conserva el aire juvenil que mantiene en disputa con su título solemne de profesor en Harvard. Se levanta temprano, y desde el principio de la jornada desafia al día con optimisnio. "Yo soy muy optimista. Al fin y al cabo, de todos modos, el pesimista es sólo un optimista bien informado". Esa actitud le sirve para enfrentarse a la grave situación mexicana, "que ustedes aquí ven como más grave. El problema de la deuda se puede resolver. Lo que le corresponde a México es la creación de un modelo de desarrollo que le corresponda al país. México tiene el poder de la supervivencia".

Fuentes, canario de origen, habitante de Estados Unidos durante seis meses y mexicano de tiempo completo durante la otra mitad del año, añora para América Latina la actitud de Roosevelt: "Respetó la revolución mexicana, aceptó la presencia de gobernantes comunistas en Chile, convivivó con el Estado novo de Brasil y no se metió con nadie". La nostalgia se hace rabia, "irritación", ante la actitud actual. "Este intervencionismo norteamericano es irritante, como debe ser el intervencionismo soviético para polacos y checos".

A seis años del quinto centenario del Descubrimiento, Fuentes acaba de terminar una novela, Cristóbal Nonato, sobre un personaje mexicano de 1992. No quiere hablar del libro. Y trabaja, para la cadena privada británica Canal 4, en una serie de diez capítulos sobre la civilización que partió de aquel viaje de Colón. Mañana va a Sevilla a comenzar el trabajo español de la serie, que se titulará The buried mirror (El espejo enterrado), y que responde, según él, a ese título tan de Flaubert y de Lewis Carroll.

En el Prado, Fuentes visitó a tres viejos amigos: Las meninas, "la máxima lección de técnica narrativa"; el Goya negro, "cargado de actualidad enorme"; las obras de El Bosco, "que me sirvió de inspiración para Terra nostra", y Durero, "que representa la posibilidad de resguardar nuestra juventud".

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