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ECOLOGÍA

El 'Sirius' se dirige hacia la isla de Cabrera para protestar contra las maniobras militares

El buque Sirius, de la organización ecologista Greenpeace, se dirige hacia la isla de Cabrera para protestar contra las maniobras militares que comenzaron ayer en dicha isla. En las maniobras participan unos 1.500 soldados, 100 vehículos y artillería, llegados el domingo a la isla. El día 15, el Ejército utilizará los islotes próximos a Cabrera para hacer ejercicios con fuego real. Greenpeace, así como numerosos grupos ecologistas españoles, pretenden que la isla sea declarada parque marítimo-terrestre, y consideran que la presencia del Ejército, además de los daños ecológicos que causa, es el único impedimento para ello.

En las maniobras también tomarán par-te los destructores de la Armada, Marqués de la Ensenada, Almirante Valdés y la corbeta Cazadora, como grupo polivalente que dispone de material de ataque antisubmarino, apoyo artillero contra acciones costeras y antiaéreo con misiles.Los mandos de las unidades navales participantes en las maniobras cuentan con un sistema de alerta para ser prevenidos en el caso de que, como anunció la propia organización Greenpeace, el buque Sirius se introduzca en la zona restringida para uso militar durante estas jornadas, pero el Ministerio de Defensa no desveló ayer qué tipo de medidas se adoptarán en el caso de que el Sirius vaya al lugar.

El ministro de Defensa, Narcís Serra, aseguró ayer en una conferencia de prensa en Madrid que en las maniobras militares que se realizan en la isla no se utiliza fuego real, y añadió que se ha encargado un informe al Centro Superior de Investigaciones Científicas para que determine el impacto ecológico de esas maniobras en la isla.

La isla de Cabrera situada a escasos 110 kilómetros de Mallorca, se ha convertido, con sus 34 kilómetros de costa, en un punto de divergencia entre organizaciones ecologistas y el Ministerio de Defensa, desde que en 1973 se iniciara maniobras militares y ejercicios de tiro sobre su superficie y la de los islotes que con ella forman el archipiélago que lleva el mismo nombre. Los ecologistas, informa Joan Caimari desde Palma de Mallorca, reclaman desde entonces la declaración de parque natural marítimo-terrestre para la que, dicen, es la única isla virgen que queda en el Mediterráneo.

Ya en 1979, el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, a cuyo término municipal corresponde la isla, declaró su superficie como zona no urbanizable al redactar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Más recientemente, el Consell Insular de Mallorca (organismo de la administración autonómica circunscrito a la isla) ha solicitado al Ministerio de Defensa que no se realicen maniobras con fuego real. Al mismo tiempo, el Parlamento balear requería del Gobierno autónomo la redacción de un informe sobre el impacto ambiental que los ejercicios de tiro ejercen sobre el pequeño archipiélago, y Joan Simarro, conseller de Agricultura, tras declarar hace un mes que todavía no había recibido el correspondiente permiso para que los técnicos del Servicio de Conservación de la Naturaleza (SECONA) se trasladaran a la isla, dejaba entrever que pueden existir dificultades para llevar a cabo el estudio.

Daños al sistema ecológico

Los ecologistas protestan por los daños que provocan en este delicado sistema ecológico los más de 700 disparos de artillería que se efectúan en cada edición de las maniobras, y que en alguna ocasión han representado un total de 500 toneladas de munición, según datos de Greenpeace. Entre 1.000 y 1.500 soldados ocupan, por espacio de una semana, durante el mes de junio, las 1.500 hectáreas con que cuenta la isla. Los vehículos de transporte terrestre que se trasladan hasta allí, junto a cañones, obuses y morteros, están apoyados por media docena de helicópteros y, a veces, aviones caza procedentes de la base de Manises. Los objetivos de la artillería son los islotes cercanos a Cabrera, e incluso algunos puntos de la propia isla, como los montes de Na Picamosques o Na Miranda.El efecto de estos ejercicios sobre la rica fauna existente se traduce en una doble dirección, ya que a las aves u otros animales que mueren por el impacto directo de la metralla, cabe añadir las que lo hacen por el hundimiento de las cuevas en las que anidan o al abandonar los nidos en pleno período de incubación. La rarísima gaviota Adouin, cuya colonia más numerosa se encuentra en los islotes de Cabrera y que está considerada como especie en vías de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es la que corre mayor peligro, al no haberse conseguido este año que ninguno de sus polluelos alcance suficiente edad para llegar a volar. Cada islote, además, presenta una subespecie endémica de lagartija que las hace únicas, así como un elevado número de distintas especies de aves.

Los ecologistas temen ahora que lo que en los años treinta sucedió con la capra hircus, que diera nombre a la isla, o como una década más tarde aconteció con el vellmarí o foca monje, cuyo último ejemplar fue visto en las cercanías de Mallorca en julio de 1977.

Con la muerte del popular Félix Rodríguez de la Fuente, que en los últimos años de su vida fue el principal impulsor del proyecto de declarar la zona como parque natural, la idea de un parque de 22.000 hectáreas, con sólo un 8% de ellas emergidas, ha perdido vigor.

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