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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paraguay, o el mito de la caverna

TODOS LOS indicativos de la política paraguaya apuntan hacia que este país remoto, ignoto y largamente olvidado -incluso para sus vecinos geográficos- ha comenzado a deslizarse inexorablemente hacia una futura normalidad institucional y democrática. En una reciente reunión en Madrid de las figuras más significadas de la oposición intelectual al régimen, el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos predecía la autodestrucción de la dictadura. En esa misma reunión, símbolo de la creciente esperanza de los círculos oposicionistas, se programaban para septiembre en Madrid unas Jornadas para la Democracia en Paraguay.La oposición democrática ha crecido en los últimos años en iniciativa y en cohesión. La Iglesia católica ha abandonado públicamente al régimen y suma las campanas de sus templos a los.caceroleos de la población. Son fehacientes los signos de que el Departamento de Estado norteamericano ha retirado su respaldo a la decadente dictadura, y los vientos de la Historia que propiciaron la caída de Marcos en Manila y la de Duvalier en Puerto Príncipe soplan ahora sobre Asunción. La Prensa internacional" finalmente, ha comenzado a romper el espeso silencio informativo en el que venía recostándose el presidente Stroessner.

El avejentado dictador general Alfredo Stroessner padece una enfermedad de la piel que justifica la preocupación entre sus allegados. Sus dos hijos varones, con los que el régimen llegó en un tiempo a fantasear sobre una sucesión dinástica, sufren diferentes modalidades de degeneración personal que les invalidan como herederos políticos mínimamente presentables. La suya es una dictadura tragicómica, a caballo entre lo sórdido y lo macabro y lo superrealista. Stroessner ocupó el poder en 1954 mediante un golpe de Estado y ha sido reelegido como presidente en 1958, 1963, 1968, 1973, 1978 y 1983, siempre rondando el 90% de los sufragios favorables a su persona. Es el decano absoluto de los mandatarios latinoamericanos y, a tenor de sus continuados éxitos electorales, el gobernante más amado del mundo por sus conciudadanos.

Las claves de su éxito consisten en una crudelísima represión en los inicios de su régimen, el mantenimiento del país en la periferia de la periferia, colgado y aislado en el espacio, y una corrupción institucionalizada llevada más allá de los límites del virtuosismo. La economía y la hacienda del país están asentadas en el contrabando dirigido por el Estado y alentado por los ciudadanos. El blanqueo de capitales, automóviles y avionetas, bienes contrabandeados o sustraídos, es periódico. El nepotismo de la familia del general es bien conocido, y las historias de cama de la clase política paraguaya, auténticas escenas de ópera bufa. Hasta hace poco, la delegada de moralidad del Ayuntamiento de Asunción regentaba los intereses de las más elegantes y onerosas peripatéticas de la ciudad. La información meteorológica veraniega rebaja en varios grados las temperaturas máximas para no desanimar al turismo. Por último, el ministro del Interior convoca conferencias de prensa para tildar, amable y elegantemente, de "putos" a los jefes de la oposición.

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Poco más de tres millones de habitantes sobre un territorio tan extenso como el de España y, excepto el Chaco, ampliamente feraz. Un millón de paraguayos en el exilio económico o político argentino. Pobreza, pero no miseria. Esclavitud de hecho en las colonias de indígenas guaraníes. Desindustrialización incentivada por el régimen, que devuelve a Brasil la mayor parte de la electridad que le corresponde por la mastodéntica represa binacional de Itaipú y que desanima a los inversores extranjeros no especulativos: lo último que desea Stroessner es ver cómo se forma ante su vista un proletariado industrial.

El país, refugio de nazis, criminales de guerra, dictadores expatriados, y estafadores de altos vuelos, es un remedo de la caverna mitológica de Platón, de espaldas al mundo real y sus problemas. En las postrimerías de su extraña dictadura, el mayor reproche que cabría hacerle a este falso prusiano, puesto que su familia es originaria de Baviera, nacido en suelo americano, sería el de haber despilfarrado 32 años de la vida de su nación; 32 años en blanco, inanes y banales, que sólo han rendido el provecho de mantenerle en el poder.

No obstante, la recuperación de las libertades civiles en Paraguay no será la noticia de mañana. Los intereses creados por el Partido Colorado son vastísimos y sólidos -empleos públicos, destinos militares, concesiones, negocios privados, tolerancias, favores-, y la democracia nunca ha sido el valor más cotizado en la dramática historia paraguaya. Pero no hay otra cosa más allá de la muerte o renuncia de Stroessner que el vacío o una guerra civil o un interinato militar -y, por tanto, colorado- que propicie unas elecciones libres.

La transición paraguaya será muy laboriosa, pero hay un creciente consenso de que es inevitable. Por el momento, sin embargo, la tan desconocida como fascinante sociedad paraguaya continuará sentada contra la pared en la caverna de Platón, esperando el día, muchos creen que ya no lejano, de que se haga la luz al final del túnel.

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