Vientos de guerra en Oriente Próximo
Siria e Israel engrasan y refuerzan sus dispositivos militares
"No tenemos intención alguna de atacar Siria, y Siria no tiene la menor posibilidad de derrotar a Israel". Así se expresó la semana pasada el primer ministro israelí, Simón Peres, mitigando por el momento los temores de que Israel pudiera encontrarse a punto de atacar a su vecino árabe más poderoso. Casi simultáneamente, el vicepresidente de Siria, Abdel Halim Jaddam, declaró que el Gobierno del presidente Hafez el Assad "no persigue una agresión", si bien añadió que Siria "respondería con todo su potencial" si fuera atacada.
El objetivo de tales declaraciones era disipar, al menos, temporalmente, la tormenta de rumores de guerra que ha sacudido la región durante las dos últimas semanas, pero apenas lograron resolver los crecientes problemas existentes entre dos enemigos tradicionales. Un especialista en el Próximo Oriente de la Brookings Institution, William Quandt, aportó la siguiente conclusión: "Tanto Israel como Siria tienen claro que tendrán que enfrentarse en otra gran guerra, y ambos están preparando muy seriamente ese momento".La última crisis surgió a raíz de nuevas acusaciones según las cuales es posible que Siria haya desempeñado un papel en los recientes ataques terroristas en Europa y el Mediterráneo, si bien en el pasado el Gobierno de Asad ha lamentado continuamente tales ataques contra civiles. Las acusaciones, presentadas por los israelíes y confirmadas en ciertos pormenores por algunas agencias de espionaje occidentales, relacionan a Siria con el reciente intento de un palestino nacido en Jordania de colocar una bomba en el vuelo LondresTel Aviv, de las líneas aéreas El Al, con 360 pasajeros a bordo.
También salieron a la luz pruebas que pueden relacionar, a Siria con una explosión en Berlín Oeste que destruyó el local de la Sociedad de Amistad Germano-Árabe, y posiblemente con una explosión posterior en la discoteca La Belle de esa misma ciudad. La explosión en la discoteca, que mató a un soldado norteamericano y a una mujer turca y que hirió a otras 230 personas, fue uno de los ultrajes terroristas de los que Ronald Reagan culpó a Libia y que usó como justificación para los ataques norteamericanos contra objetivos libios del 15 de abril.
Pero más que los ataques en Berlín Oeste, la tragedia evitada en el aeropuerto londinense de Heathrow -en el que un agente de seguridad israelí descubrió un artefacto explosivo en el equipaje de una irlandesa, amiga de un terrorista, que desconocía su existencia- ha hecho surgir preguntas sobre los riesgos de guerra que quizá esté dispuesto, a aceptar el régimen de Damasco y sobre los motivos de Asad. De haberse destruido el avión, con cientos de muertos, la tragedia hubiera conducido casi con total seguridad a una respuesta militar israelí.
Las últimas acusaciones se produjeron en un momento de creciente agitación entre Israel y Siria. En las últimas semanas, los sirios han estado levantando nuevos emplazamientos de carros de combate y artillería en el sur de Líbano. Tal como dijo Peres, las fuerzas sirias se arrastran lentamente hacia la frontera septentrional israelí. Tan sólo la semana pasada, guerrilleros libaneses respaldados por Siria lanzaron dos cohetes Katiuska desde el otro lado de la frontera, hiriendo a un israelí y a dos de sus hijos en la Alta Galilea. Se suponía que la costosa guerra de Israel en Líbano en 1982 había puesto punto final a tales ataques.
Damasco se rearma
En la raíz de las últimas protestas israelíes contra Damasco yace el impresionante reforzamiento militar sirio, que lleva realizándose desde 1982 con ayuda de la Unión Soviética. Durante ese período, las fuerzas armadas sirias han aumentado de 245.000 hombres a más de 400.000. En contraste, el Ejército permanente de Israel tiene 176.000 hombres y mujeres, además de 300.000 reservistas activos que pueden ser movilizados en 36 horas.
Los sirios, que perdieron 88 aviones durante la primera semana de combates con Israel en 1982, han reforzado de manera importante su fuerza aérea, que puede actualmente enorgullecerse de contar con 660 aviones de combate de fabricación soviética. Gracias a la generosidad de Moscú cuentan además con 3.800 carros de combate, entre ellos más de 1.000 de los avanzados T-72. Esto les da una paridad aproximada con los israelíes, que disponen de 680 cazas y 3.800 carros de combate. Siria ha reforzado también de manera importante sus defensas antiaéreas, que incluyen actualmente 80 baterías de misiles tierra-aire y 50 rampas móviles de lanzamiento.
Igualmente preocupante para los israelíes es la adquisición por Siria de misiles soviéticos SS-21 de alcance medio, potentes y precisos. En caso de un ataque sorpresa, los SS-21 podrían destruir aeropuertos y emplazamientos de carros de combate y artillería y desbaratar gravemente la capacidad de movilización de Israel. La suposición generalizada es que Siria no podría ganar una guerra contra Israel. Pero los sirios, podrían pensar en un ataque militar si creyeran que les llevaría a la devolución de todo o parte de las alturas del Golán, que Israel arrebató a Siria durante la guerra de 1967.
Teniendo en cuenta la amenaza militar que Siria representa, por limitada que sea, los israelíes han iniciado una campaña para presentar a Damasco como el principal patrocinador del terrorismo internacional.
La Administración de Reagan no está convencida de que Hafez el Asad autorizara personalmente la operación londinense ni los atentados en Berlín Oeste, y los israelíes se han abstenido cuidadosamente de hacer acusaciones en tal sentido. Como dijo un alto funcionario norteamericano: "Si lo hizo, supone tomar un riesgo desacostumbradamente elevado para él. No suele ser tan descuidado". De hecho, hasta los israelíes han considerado al líder sirio como una persona con la cual se puede negociar. Asad colaboró en la libe ración de 39 rehenes norteamericanos de un avión de la TWA en Beirut el año pasado, y, según algunos funcionarios norteamericanos, ha intentado, sin éxito, conseguir la liberación de los norteamericanos y franceses secuestrados que aún se encuentran en manos de extremistas musulmanes en Líbano.
Las razones de Assad
Sin embargo, es perfectamente posible que Asad haya decidido aumentar las tensiones con Israel para sus propios fines. La economía de su país se encuentra en una mala situación a causa de sus enormes gastos militares, y la caída de los precios internacionales del petróleo ha hecho que le resulte más difícil la obtención de ayuda de otros Estados árabes.
En su suelo tiene que hacer frente a una amenaza a su régimen, dominado por una pequeña secta musulmana, los alauíes. En los últimos dos meses, Siria ha padecido una plaga de explosiones aparentemente dirigidas contra la comunidad alauí, que constituye únicamente el 13,5% de la población del país, 10.600.000 habitantes.
Es de suponer que Asad esté preocupado por las presiones políticas del grupo fundamentalista Hermanos Musulmanes en Siria, así como por las presiones militares de los grupos cristianos y fundamentalistas shiíes de Líbano. Pero también se cree que está molesto por el ataque norteamericano contra Libia del mes pasado y por los posteriores comentarios del presidente Reagan de que podrían tomarse represalias contra Siria si se probasen sus conexiones terroristas.
Por último, otro motivo de preocupación para Asad es el escaso rendimiento de los misiles soviéticos SA-5 de Libia, ya que este mismo tipo de armas constituye la espina dorsal de la defensa aérea siria. Si los aviones de interferencia electrónica norteamericanos pudieron bloquear su funcionamiento con la facilidad con que lo hicieron durante su ataque a Libia el 15 de abril, lo mismo podrían hacer los aviones de Israel.
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