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Entrevista:

Oscar Arias: "Me propongo hacer efectiva la neutralidad de Costa Rica"

Óscar Arias, un sociólogo del partido Liberación Nacional (socialdemócrata), ha desarrollado, desde su victoria en las elecciones presidenciales del pasado 2 de febrero, una intensa actividad viajera por varios países de Centroamérica y del Grupo de Contadora. Arias, de " años, que acepta ser definido como un "antisandinista inteligente", se ha manifestado opuesto a que desde Costa Rica actúen los grupos armados antisandinistas, lo que no le impide expresarse críticamente contra el régimen de Managua. En su despacho del cuartel general que utilizó durante la campaña electoral, Arias recibió a un enviado especial de EL PAÍS.

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Pregunta. Usted ha hecho recientemente declaraciones, que provocaron cierta conmoción en Washington, sobre la ayuda a la contra. Se dice que después dio marcha atrás. ¿Cuál es exactamente su posición?

Respuesta. Yo tengo necesidad de ser consecuente con mi campaña y las promesas que hice al electorado costarricense. Una de esas promesas era luchar por la paz en Costa Rica y en Centroamérica. Mi posición necesariamente tiene que ser que las discrepancias que existen en Centroamérica sean solucionadas por medio del diálogo, de la salida diplomática, y no por la guerra. No creo que el problema salvadoreño o que la crisis que vive el pueblo nicaragüense puedan ser solucionados por medio de la guerra. Me he propuesto tener una política exterior para Costa Rica mucho más activa y convertir a Costa Rica, dado el prestigio que tenemos, en un agente promotor de la paz y de la democracia.

P. Hay unos hechos concretos. Si se aprueban los fondos en el Congreso norteamericano, hay que hacerlos llegar a unas determinadas fuerzas que se dice están en Honduras y Costa Rica. ¿Qué posibilidades tiene el poder ejecutivo, el presidente de Costa Rica, de impedir que esto se realice, que se pase esta ayuda a los grupos de la llamada contra?

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R. Si el Gobierno norteamericano aprueba estos fondos para los contrarrevolucionarios nicaragüenses, yo creo que irían exclusivamente a las fuerzas, que están hoy en territorio hondureño y no aquí, en Costa Rica. Al menos yo me propongo sinceramente hacer efectiva nuestra neutralidad. Cuando ofrecimos a los costarricenses, en el proceso electoral, nuestro deseo de continuar la neutralidad, estábamos hablando con el corazón en la mano, con toda sinceridad y franqueza. No queremos ser tolerantes con aquellos nicaragüenses enemigos del régimen de Managua, para que utilicen nuestro territorio para actividad militar. En nuestro país tenemos una gran tradición de asilo político y queremos que Costa Rica siga siendo el refugio de libertad que siempre ha sido. Vamos a darle cabida al nicaragüense perseguido en su propio país y que quiere utilizar nuestro asilo político para poder vivir, pero nada más que eso. En ningún momento le permitiríamos utilizar nuestra hospitalidad para servirse del territorio costarricense para una actividad de tipo militar.

Observadores extranjeros

P. ¿Qué posibilidades efectivas tiene el Gobierno de Costa Rica de controlar esa frontera con Nicaragua, de evitar que pueda producirse una provocación, algo que obligue a decir que el necesario ayudar a la contra, o de otro tipo?

R. Hasta el momento no hemos podido garantizar nuestra neutralidad en un ciento por ciento. Costa Rica es un país sin ejército, con una guardia civil y una guardia rural muy rudimentarias. Hay que dedicar gran parte de esa fuerza a garantizar la seguridad de los costarricenses aquí en la meseta central, donde vive el 75% de la población. Eso ha imposibilitado que podamos dedicar más recursos humanos para garantizar que la zona fronteriza no sea utilizada por enemigos del Gobierno de Managua. Justamente por eso queremos llegar a un tipo de acuerdo que nos permita traer observadores extranjeros para hacer efectiva nuestra neutralidad y para garantizarle al mundo la buena fe del Gobierno costarricense de que no se utilice su propio territorio contra o por las fuerzas antisandinistas.

P. Recientemente, un viceministro cubano le definió a usted como un "antisandinista inteligente". ¿Es por inteligencia política por lo que usted no quiere sumarse a una cruzada antisandinista o no desearía usted que desapareciera el régimen de Managua?

R. Le agradezco al funcionario cubano su definición. Tiene razón. Por un lado soy inteligente, y por otro lado soy antisandinista. Yo sí creo, como la gran mayoría de los costarricenses, que el régimen de Managua debe cambiar, debe volver a lo que fueron las promesas originales al mundo entero y América Latina, y más aún a Costa Rica. Ningún país ayudó más al sandinismo que Costa Rica. Siempre se nos habló de construir una nueva Nicaragua, y no una segunda Cuba. Hoy, el pueblo costarricense, tirios y troyanos, se sienten desilusionados, decepcionados y, si se quiere, traicionados por lo que ha acontecido en los últimos siete años, desde 1979 hasta hoy. Sentimos que la instauración de un Gobierno marxista-leninista en Managua no sólo es una traición al mundo, sino también al pueblo nicaragüense, porque nunca sospechó que iban a cambiar una dictadura de un signo por otra de signo diferente.

P. Para los días posteriores a su toma de posesión, en mayo, está prevista una reunión de presidentes centroamericanos en Guatemala, en Esquipulas. ¿Cree usted que podría formarse una especie de Grupo de Esquipulas, como hay un Grupo Contadora y un Grupo de Apoyo, donde los centroamericanos adquieran un mayor protagonismo a la hora de resolver sus propios conflictos, o esto es una utopía?

R. Como decía el sociólogo Max Weber, sólo luchando por lo imposible se consigue lo posible. Puede aparecer como una utopía, pero aunque no se llegue a resultados y soluciones concretas, me parece importante que, aunque haya diferencias profundas entre nosotros en el campo ideológico, nos sentemos a conversar, podamos dialogar, seamos capaces los mandatarios centroamericanos de sentarnos alrededor de una mesa a exponer puntos de vista sobre una agenda que tendríamos que convenir, porque no se deben tratar sólo asuntos políticos que permitan una convivencia entre las diferentes naciones centroamericanas, sino que la agenda debe incluir temas económicos. Hay una gran interdependencia entre los países centroamericanos. A todos nos conviene rescatar el mercado común centroamericano y fortalecerlo. El desarrollo de nuestros pueblos depende en gran parte del intercambio comercial en el área centroamericana. Hay muchos temas, y nunca deberíamos rehuir esa posibilidad de diálogo y crear un foro, aunque no tenga un carácter permanente, como puede ser la reunión de Esquipulas. Creo que el invento vale la pena.

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