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Tribuna
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Ser de Sansueña

Establecer a estas alturas un balance de la labor político-cultural desempeñada por la editorial Ruedo Ibérico desde su creación en 1965 hasta las primeras elecciones democráticas de 1977 podría parecer ocioso en cualquier otro país menos desmemoriado e ingrato que el nuestro.La quijotesca empresa llevada a cabo por José Martínez [que ayer fue enterrado en el cementerio civil de Madrid] y un pequeño núcleo de amigos en Ruedo Ibérico fue un intento de colmar el vacío cultural ocasionado por 25 años de censura, de abocar al lector español sometido a una dieta de pan y agua a la cruda realidad que vivía, de ponerlo en contacto con la otra cara de su más reciente historia: los orígenes, desarrollo y consecuencias de la última guerra civil y su prolongación bajo la dictadura.

Tarea difícil en la medida en que implicaba el enfrentamiento simultáneo a los mitos propagados por uno y otro bando, la demolición de versiones canonizadas a derecha e izquierda, el descubrimiento de verdades ocultas y de efecto perturbador.

La revista

Situado fuera de los partidos políticos y carente de todo oportunismo personal y sectarismo ideológico, José Martínez fue capaz de crear una revista de la calidad e interés de Cuadernos de Ruedo Ibérico, convirtiéndola en una eficaz tribuna de discusión para la izquierda liberada del yugo de dogmas y entredichos: las reflexiones políticas, económicas y sociales se barajaban en sus páginas con textos literarios prohibidos en España y reseñas críticas destinadas a mantener al lector al tanto de cuanto ocurría en el mundo.Paralelamente, la editorial Ruedo Ibérico publicó por espacio de 15 años una serie de obras fundamentales al conocimiento cabal de la España del siglo XX, cuyas ideas innovadoras, ruptura de tabúes y amplitud de miras contribuirían de forma decisiva a la formación de dos generaciones de demócratas: son muchos, en efecto, los españoles que pudieron sobrevivir intelectual y moralmente al muermo reinante gracias a la lectura ávida de las publicaciones de Ruedo Ibérico adquiridas bajo mano en las trastiendas de las librerías de Madrid, Barcelona o Sevilla o en sus viajes en busca de ozono a Perpiñán, Biarritz o París.

Partidario de un socialismo libertario, José Martínez era plenamente consciente de la gran verdad expresada por Bakunin: "Libertad sin socialismo es privilegio, injusticia; socialismo sin libertad, esclavitud y barbarie".

Denuncia

Su meritoria labor de ensayista y editor se desplegaba en dos frentes: la denuncia simultánea de un capitalismo cínico y depredador y del llamado "socialismo real" que la izquierda entonces mayoritaria proponía de modelo. Incómodo, irritante, molesto, a causa de su rectitud e intransigencia frente a acomodos y cambalaches, José Martínez sufrió a la muerte de Franco la recompensa hispánica del ninguneo: abandonado por los autores que fue el primero en lanzar, ajeno a los compromisos que marcarían la llamada transición democrática, fue paulatinamente marginado por unos y otros hasta la extinción de la editorial a la que generosamente ofrendó su inteligencia y energías.Sin amargura, con una entereza 37 dignidad admirables, asumió su nueva y triste situación de exiliado interior: incapaz de pedir favores a nadie ni hacer cola en las antesalas del poder, se refugió en un silencio digno, resignado a su condición de hijo de Sansueña.

No uniré así mi voz al coro de quienes tardía e hipócritamente ensalcen su cadáver, y recordaré únicamente su nobleza e integridad en aquellos y estos tiempos de miseria.

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