La Biblioteca Colombina de Sevilla no tiene luz eléctrica ni medidas de seguridad para proteger sus tesoros
El reciente hundimiento de la techumbre de la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla ha puesto de manifiesto el estado de olvido que durante años sufre el más importante compendio bibliográfico colombino. Sin luz eléctrica, con horario de visitas limitado y sin medidas de seguridad, el legado de Hernando Colón ha permanecido a expensas de posibles esquilmaciones. El miércoles comenzó el traslado de libros a dependencias catedralicias en tanto se acometen obras de reforma y acondicionamiento.
Los cerca de 5.000 volúmenes legados al cabildo de la catedral de Sevilla en 1539 por Hernando Colón, hijo del descubridor del Nuevo Mundo, están siendo trasladados a la secretaría del cabildo y a un almacén cercano al archivo catedralicio. La parte puramente colombina de la biblioteca estará cerrada durante varios meses, mientras se levanta el techo, en previsión de derrumbamientos, y se acometen obras de mejora en su infraestructura. La Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla ocupa el ángulo noroeste de la catedral; la parte capitular, cuya cubierta se derrumbó la semana pasada sobre ocho códices del siglo XV, corresponde a la fachada de la calle de Alemanes, y la parte colombina, a la calle de Placentines. El análisis de los materiales del techo derrumbado confirma que son los mismos que los de la parte colombina, y por ello existe peligro de nuevos derrumbes. Esa techumbre procede de las obras sobre remodelación del patio de los Naranjos realizadas en 1948 en conmemoración del centenario de la conquista de Sevilla. En 1956 hubo otro desplome del techo, aunque no afectó a los fondos bibliográficos.Sin embargo, la situación de la Biblioteca Colombina dejaba mucho que desear, no sólo con vistas a la investigación, sino también respecto a las nulas medidas de seguridad y la precariedad de su infraestructura. El sacerdote Tomás Marín, autor de una obra sobre los sistemas bibliotecarios de Hernando Colón y que prepara ahora un libro sobre lo que fue la primitiva biblioteca del hijo del descubridor, señala que "no se puede decir que esté abandonada", pero lamenta que "no se haya abordado hasta ahora una reforma".
La Biblioteca Colombina carece de luz eléctrica. Ello motiva que las horas de visita sean reducidas y condicionadas a la luz solar que penetra por sus ventanas. Muchas veces los investigadores tienen que luchar por un puesto junto a la ventana para, aguzando la retina, descifrar documentos en los que la acción del tiempo ha vuelto amarillos tanto el papel como la tinta. A esas dificultades se añade el caduco sistema de clasificación de los fondos bibliográficos. Se trata del sistema decimal del siglo XVIII, aplicado a estos fondos documentales por los bibliotecarios Servando Arbolí y Simón de la Rosa a finales del siglo XIX y concluido en el año 1947, que hace costosa la búsqueda de determinados ejemplares. Por último, la Biblioteca Colombina carece del más mínimo sistema de seguridad que proteja la integridad de los rarísimos volúmenes e incunables allí alojados.
Plan de modernización
En diciembre pasado, un mes antes de su nombramiento como director de la Biblioteca Capitular y Colombina, Juan Guillén presentó ante las autoridades eclesiásticas y autonómicas un plan de modernización que incluye la reorganización de las dos alas, la instalación de luz eléctrica, el montaje de sistemas de vigilancia y seguridad y la aplicación de modernos sistemas de clasificación y fichero. Estas mejoras se acometerán en coordinación con la Consejería de Cultura, que guarda un absoluto mutismo sobre este asunto, pese a los reiterados intentos de este periódico por conocer el alecance de sus actuaciones. De momento, toda decisión pasa por la recién creada comisión mixta cabildo-Junta de Andalucía.Hernando Colón se encuentra entre los mejores bibliógrafos españoles. Hijo de Cristóbal Colón y de Beatriz Enríquez de Arana, añadió al ímpetu marino heredado de su padre el de la pasión por los libros. La Biblioteca Colombina se compone de 9.000 títulos y 5.000 volúmenes. Entre los legajos se encuentran 1.000 códices manuscritos y cientos de incunables, además de libros raros.
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