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DEBATE NUCLEAR

Sorpresa y esperanza en Washington por la iniciativa soviética

Francisco G. Basterra

La oferta de Mijail Gorbachov de eliminar los cohetes nucleares de las dos superpotencias de Europa, sin condicionar este paso a las fuerzas atómicas británica y francesa, que no serían contabilizadas, ha sorprendido a Estados Unidos y es considerado en Washington el aspecto más novedoso y esperanzador de la propuesta soviética de acabar con las armas nucleares antes de fin de siglo.El plan de la URSS cogió por sorpresa a Estados Unidos, que fue informado del mismo sólo horas antes de la reanudación de las negociaciones de Ginebra y de su anuncio en la televisión de Moscú, mediante una carta del secretario general del PCUS entregada a Reagan en la Casa Blanca.

La sorpresa inicial por la maniobra de Gorbachov dio paso en pocas horas a una reacción del presidente, que expresó "serio interés" en la propuesta, en un intento de no quedar descolgado ante la opinión pública mundial, sobre todo la europea, para quien el plan de la URSS contiene elementos atractivos, según admitieron ayer funcionarios norteamericanos. La Administración ha prometido estudiar cuidadosamente, junto a los aliados", la oferta, que el secretario de Estado, George Shultz, reconoció ayer hubiera preferido recibir en el secreto de las conversaciones de Ginebra y no con un lanzamiento ante la opinión pública mundial.

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Ronald Reagan hizo público un comunicado en el que saluda la nueva iniciativa del Kremlin, que "a primera vista contiene elementos positivos". Esta aceptación de principio fue compensada por el presidente con la advertencia de que muchos elementos de la propuesta "no varían las anteriores posiciones soviéticas y continúan provocando serias preocupaciones".

Reagan se refiere a la insistencia de Gorbachov de condicionar su oferta de eliminación de los arsenales atómicos a la prohibición del desarrollo, las pruebas y el despliegue de las "armas de ataque en el espacio". Ésta es la fórmula que utiliza tradicionalmente Moscú para referirse al sistema de defensa en el espacio (SID), conocido popularmente como guerra de las galaxias, y que Reagan no está dispuesto a poner sobre la mesa en un proceso de negociación. Sin embargo, la propuesta del dirigente soviético, a diferencia de ofertas anteriores, no menciona una prohibición de la investigación de armas espaciales. EE UU se encuentra por ahora en esta fase, y los científicos creen que antes de 10 años no será posible saber si la Iniciativa de Defensa Estratégica será viable.

En cualquier caso, la nueva propuesta soviética provocará en Washington una presión para alcanzar algún tipo de acuerdo sobre reducción de armamentos en la segunda cumbre Reagan-Gorbachov, prevista para el próximo verano en la capital norteamericana.

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Los observadores estiman aquí que la nueva fórmula sobre los euromisiles está dirigida a provocar una reacción positiva en Europa occidental y a reactivar los movimientos antinucleares en el viejo continente y en la propia opinión pública estadounidense.

Calendario previo

La oferta del líder soviético, que por primera vez incluye un calendario previo de eliminación gradual de los armamentos atómicos, ha cogido descolocada a la Administración norteamericana, que se verá obligada a ir ahora a remolque de la URS S en la batalla de la opinión pública.

Aquí no se esperaba una nueva propuesta global y para lo más que estaba preparado el Gobierno era para recibir una oferta limitada sobre los cohetes de alcance intermedio instalados en Europa (INF). La cumbre de noviembre en Ginebra produjo como resultado más concreto una sugerencia de llegar a un pronto acuerdo interino sobre los euromisiles.

Reagan recordó a los soviéticos en su reacción que él mismo, ante la Dieta japonesa en 1983, ya había propuesto la eliminación progresiva de todas las armas nucleares. Shultz afirmó ayer en televisión que, tras discutir con el presidente el alcance del plan de Gorbachov, Reagan le comentó: "¿Y por qué esperar hasta el año 2000?".

La oferta sobre Europa propone la "completa liquidación" de los arsenales de las dos superpotencias, sin contar las fuerzas del Reino Unido y Francia, que simplemente solicitan que "no sean aumentadas". La nueva formulación parece aceptar en parte la opción cero ofrecida por EE UU en Ginebra en 1981, con la cual Washington no desplegaría sus euromisiles si la URSS desmantelaba los SS-20 que apuntaban a Europa.

La oferta soviética contiene un elemento muy negativo en opinión de Washington. Gorbachov insiste en definir las armas estratégicas como las capaces de alcanzar el territorio de una de las dos superpotencias. Esto significa continuar considerando a los 108 Pershing 2 instalados en la República Federal de Alemania como estratégicos -pueden alcanzar la URSS en 12 minutos-, a lo que se niega EE UU.

Moscú no acepta a cambio que sus SS-20 desplegados en territorio europeo, que pueden alcanzar París, o Madrid, pero no Nueva York, puedan considerarse a su vez estratégicos.

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