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OFENSIVA DIPLOMÁTICA LIBIA

Los ciudadanos de EE UU, descontentos con la orden de abandonar el territorio libio

La comunidad estadounidense en Libia -unas 600 personas, según fuentes diplomáticas, y entre 1.000 y 1.500, según declaró el presidente Ronald Reagan el martes pasado- no tiene una reacción homogénea ante la orden de su presidente de abandonar el país antes del 1 de febrero. Para unos, no hay razones de peso, ya que durante las sucesivas crisis que se han producido entre los dos Gobiernos ninguno ha sido molestado ni por las autoridades ni por la población libia. Para otros, en su mayor parte altos ejecutivos de compañías petroleras y profesores, habrá que cumplir con la ley y abandonar el país."Probablemente la mayoría de los que estamos aquí nos marcharemos. No queremos desobedecer la ley", declaró Skender Brame, director de la Escuela Americana de Trípoli. La última vez que Reagan hizo un llamamiento parecido fue en 1981 y la mayoría de los 5.000 residentes estadounidenses que había en Libia abandonó el país, añadió Brame. "Quizá los que vivimos aquí somos más patrióticos", dijo.

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En esta ocasión la marcha no será voluntaria, ya que Reagan ha hecho uso de la ley de poderes económicos en caso de emergencia internacional, aprobada en 1977, por la cual el presidente norteamericano puede ordenar la salida de sus nacionales de otro país bajo pena de multas o cárcel, interrumpir las transacciones monetarias o clausurar el comercio bilateral.

El sector más descontento con la orden de Reagan es el de los trabajadores de las refinerías, de los pozos de petróleo o de la construcción, porque consideran inútil la medida. En su opinión, no sólo no servirá para dañar la producción petrolera o la economía en general, sino que además los norteamericanos que se marchen serán rápidamente sustituidos y sin problemas por fuerza laboral canadiense o europea.

Fuentes diplomáticas opinan que los trabajadores norteamericanos han sido "los más privilegiados" de todos. Nunca han sido molestados, nunca les han registrado sus viviendas, ni incluso sus maletas cuando entran o salen del país, añadieron. "Yo me encuentro seguro y soy feliz aquí, esta crisis sólo existe en la mente de Ronald Reagan", manifestó un empleado de la Mobil Oil.

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