Ostras 'gallegas' de Grecia y Egipto para fin de año
Las bateas dedicadas en el conjunto de las rías gallegas al cultivo de ostras han disminuido de 300 a poco más de 70 desde 1981. Un parásito que llegó con las crías de ostras importadas de Francia provocó una mortalidad cercana, en ocasiones, al 80% de los ejemplares. Por esta causa, las toneladas de ostras que se comercializan para satisfacer la demanda navideña, aunque se ofrecen como gallegas, proceden, en realidad, de países mediterráneos como Grecia y Egipto. Las rías gallegas han pasado, en poco menos de un siglo, de ser la cuna de la ostra europea a convertirse en un mero depósito regulador de importaciones, donde las ostras traídas de otros países pasan unos días de remojo antes de comercializarse.
Pancho se inclina sobre el borde de la batea, iza una de las cuerdas sumergidas en la ría y, con la destreza que ha adquirido en sus 17 años de ostrero, separa las ostras muertas de las vivas. En apenas unos minutos la mayor parte de las ostras van engrosando el primer grupo. Del resto, el de las vivas, Pancho coge al azar una de apenas cinco centímetros de diámetro, al tiempo, que murmura: "Si el futuro que tiene la ostra es éste, el futuro está muerto". Pancho, es uno de los siete ostreros que quedan en activo en El Grove (Pontevedra) de los 60 que había antes de la llegada del parásito y la variedad de ostra que sostiene en su mano -denominada Hatchery, como el laboratorio donde se obtienen las semillas- se presenta como la única alternativa para evitar la total desaparición de este molusco.
Sobreexplotación
Las posibilidades de recuperar la ostra gallega se enfocan casi exclusivamente hacia la mejora de las técnicas de cultivo, ya que los bancos naturales, se agoraron por el excesivo marisqueo. Baste recordar que en 1935 se recogieron 35 millones de ostras en la ría de Vigo y cerca de 20 millones en la de Arosa. "A esta sobreexplotación continua y sin control hay que añadir la alteración de los fondos marinos al extraerse los restos de conchas, que servían de cobijo y sustrato para la fijación de las larvas, con el fin de usarlos como co rrectores de las tierras ácidas y como complemento del pienso para el ganado", según Uxio Labarta, biólogo experto en acuicultura y director del Gabinete de Estudios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)."El cultivo de ostras tiene unas Características muy particulares. El factor limitante viene de la mano de la obtención de semilla en cantidades abundantes y regulares. Se han hecho tentativas con resultados desiguales. No está solucionado el problema, ni para la obtención de semilla ni para el crecimiento de los adultos. Hasta ahora el cultivo ha estado basado en semillas importadas", continúa Uxio Labarta, "pero una patogenia traída por semillas francesas enfermas impide seguir con el cultivo en batea. El único camino posible para salir de esta situación es la investigación científica".
En sus 52 años de vida, Pancho no ha conocido la ostra gallega; las bateas fueron la alternativa a la desaparición de los bancos naturales y él, como el resto de los ostreros, importaba las crías de Francia. Antes de dedicarse a la ostra fue siete años mejillonero, pero ahora, a pesar de la situación, se resiste a pasarse al cultivo de este otro molusco. "Me gustaría establecer contacto con biólogos y oceanógrafos para ver qué dicen, si hay alguna forma de solucionar esto. Ellos están por la ostra autóctona, pero, para mí, hablar de ostra autáctona es una utopía. Ya en el año 1978 fuimos a Madrid, a la Dirección General de Pesca, a pedir un plan para recuperar la ostra gallega y no se hizo nada. Nunca se hizo nada".
Prohibida la ostra japonesa
En su afán por encontrar una solución, ha acudido a varias reuniones, como el primer encuentro sobre los problemas de la ostricultura, celebrado en junio de este año en Sargadelos (Lugo). Intentó plantear las posibilidades que habría con el cultivo de ostra japonesa y se encontró con el rechazo de los especialistas asistentes. "Hay miedo a que esta ostra desplace totalmente a la gallega y el sector mejillonero teme perder su fuerza si los ostreros salen de la crisis con el cultivo de una variedad que, dicen, puede crecer por encima del límite que permite la ría".A pesar de este tímido intento de introducir la ostra japonesa, prohibida por la Xunta de Galicía, Pancho está de acuerdo en que "es necesario controlar las importaciones. El cultivador no se opone a ello, pero el comerciante, a lo mejor, sí. Porque una cosa es el cultivo y otra el comercio. Ahora la gente que vive de esto es la que comercia las ostras y, para eso, las trae normalmente de Grecia".
"El problema que plantean las importaciones", dice Uxio Labarta, es que no hay ningún control sanitario de las especies que se traen. En principio, no estoy en contra de prohibir la introducción de una nueva especie, pero se debe hacer de una forma controlada. La Xunta prohíbe la importación de la ostra japonesa, pero permite, al tiempo, la entrada de variedades del Mediterráneo que pueden traer parásitos. La ostra japonesa tiene además mayor capacidad de filtración que la ostra gallega, es decir, consume más alimento y podría entrar en competencia con el mejillón".
Según las investigaciones desarrolladas por Alejandro Pérez Camacho en el Instituto Español de Oceanografia, en La Coruña, habría posibilidades de recuperar el cultivo de ostras, ya que el desarrollo de criaderos y la producción de semilla de calidad haría posible poner en explotación más de 500 bateas, con una producción anual cercana a las 10.000 toneladas.
La principal dificultad está en conseguir un buen manejo en el engorde de las crías, ya que el parásito, inofensivo para el hombre, produce la muerte de la ostra a los 25 meses, cuando normalmente hacen falta unos 36 para que alcance el tamaño necesario para su comercialización. La esperanza para sortear este escollo se cifra en el hecho de que las ostras crecen más rápidamente en las rías gallegas que en sus aguas de origen, las francesas.
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