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Washington considera útil la mediación española en Nicaragua si participa la 'contra'

Francisco G. Basterra

El Gobierno norteamericano, dijo ayer que cualquier esfuerzo, incluido el español, para conseguir la paz en Nicaragua puede ser "útil", siempre que conduzca a un proceso de reconciliación interna que afecte a todas las partes, incluida la contra. "Cualquier proceso que conduzca a un diálogo interno en el que tomen parte todos los nicaragüenses puede ser útil", afirmó el portavoz del Departamento de Estado, Charles Redman.

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La Prensa norteamericana reveló el miércoles la existencia de unas conversaciones entre los sandinistas y su oposición interna, auspiciadas por Felipe González. Según la información, la oposición perseguiría, en una segunda fase, incluir en estas conversaciones a la contra, algo inaceptable por el Gobierno de Managua.El portavoz se negó a calificar directamente la iniciativa española, realizada a través del embajador en Managua, que ha provocado en dos ocasiones el diálogo entre los sandinistas y los partidos liberal y socialcristiano. "La información sobre el tema es incompleta y no quiero ir demasiado lejos en el juicio, pero este esfuerzo, como cualquier otro, puede ser útil si tiene como resultado la reconciliación interna y el diálogo". Estados Unidos considera "esencial" la apertura de este proceso de reconciliación y diálogo para conseguir una solución al conflicto de Nicaragua y de la región. Para EE UU, el intento español de propiciar el diálogo río es una nueva iniciativa ni un intento de mediación. El intento de diálogo promovido por España era conocido por Estados Unidos, se realiza desde una posición de "aliado leal" de Washington y no supone un intento de replicar a la política norteamericana sobre Nicaragua.

El verdadero objetivo de la Administración Reagan es que los sandinistas negocien un acomodo político con la oposición armada del exterior, que trata de derrocarlos con la ayuda de EE UU. Sólo una vez abierto ese proceso de "reconciliación interna" Washington actuaría abiertamente, garantizando el acuerdo que puedan alcanzar las partes. Mientras esto no se produzca, el Gobierno norteamericano se niega a reanudar el diálogo bilateral con Managua que interrumpió unilateralmente afirmando que el deseo nicaragüense de negociación sólo esconde un propósito de evitar el proceso de Contadora. Oficialmente EE UU apoya el plan de paz regional y denuncia a Nicaragua por haber solicitado su aplazamiento hasta el próximo mayo. Sin embargo, Washington ha utilizado a sus aliados en Centroamérica para bloquear Contadora siempre que le ha interesado.

España y Estados Unidos persiguen, teóricamente al menos, el mismo objetivo en Nicaragua: la paz y la democracia en la región, según quedó expresado durante la visita de Reagan a Madrid la pasada primavera. Pero los medios para llegar al mismo abogados por ambos países son opuestos. El Gobierno socialista defiende el proceso de Contadora y pide soluciones negociadas que eviten la injerencia de las superpotencias. Para la Administración de Reagan, sólo la presión militar puede conseguir que los sandinistas cedan.

Quedan ya muy atrás, sin embargo, los tiempos de las críticas abiertas del Gobierno de Madrid a la injerencia norteamericana en la región y los gestos de Felipe González hacia los sandinistas, que suponían un motivo de irritación para Washington. La línea abiertamente crítica de Fernando Morán hacia la intervención de EE UU en Centroamérica ha sido sustituida por una posición más pronorteamericana de su sucesor, Francisco Fernández Ordóñez. Según diplomáticos norteamericanos, España entiende ahora mucho mejor "el peligro de los sandinistas" y adopta una actitud mucho más prudente. Centroamérica ya no es un elemento de discordia en las relaciones bilaterales.

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EE UU ha decidido en las últimas semanas redoblar la presión militar, económica y diplomática contra Nicaragua para forzar a los sandinistas a una negociación con los rebeldes, anunció la semana pasada el secretario de Estado. adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams. Para Abrams, un halcón en el tema de Centroamérica, "la presión que hemos ejercido hasta ahora no ha sido suficiente y debemos aumentarla".

Ronald Reagan está dispuesto a solicitar al Congreso en los primeros meses de 1986 ayuda militar para la contra. El Parlamento aprobó el pasado julio 27 millones de dólares (unos 4.320. millones de pesetas) de ayuda "humanitaria", no militar, que expira el próximo marzo. El Departamento de Estado ha sondeado, la reacción del Congreso, que continúa siendo reacio a aprobar dinero del contribuyente para armar a los rebeldes. La Administración conria, sin embargo, en que la campaña de presión y propaganda que está llevando a cabo dará sus frutos y, finalmente, conseguirá la luz verde en el Congreso. El presidente ha resucitado su lenguaje más beligerante para atacar a los "criminales dictadores" de Managua, que han convertido al país en "un centro para exportar la subversión" con la ayuda soviética y cubana. En apoyo de esta línea, el Departamento de Estado ha anunciado que "tropas cubanas combaten ya en el continente americano", aprovechando el derribo de un helicóptero del Ejército sandinista que, según Washington, estaba pilotado por cubanos.

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