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La retirada soviética de Afganistán parece lejana

Pilar Bonet

Las tropas de la URSS que luchan en Afganistán han aumentado su protagonismo en la vida soviética, y su retirada de los campos de batalla parece lejana, pese a las expectativas norteamericanas concebidas en la pasada cumbre de Ginebra. En esta ciudad, y bajo los auspicios de la ONU, ha comenzado esta semana la sexta ronda de negociaciones con Pakistán y Afganistán para resolver el conflicto, sin que de momento se atisbe una salida para los soldados de la URSS (115.000 hombres, según las estimaciones occidentales).

"Si los soldados soviéticos fueran retirados inmediatamente de Afganistán, habría un baño de sangre de tremendas proporciones", dice Oleg Bikov, miembro del equipo de la URSS que acompañó a Ginebra al máximo dirigente soviético, Mijail Gorbachov. "Es una guerra cruel, una situación cruel en un país que no puede dejarse como está ahora". Bikov es vicedirector del IMEMO (Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales) y es considerado un importante experto en las relaciones entre la URSS y Estados Unidos.Gorbachov ha "reafirmado la bien conocida posición soviética" a su regreso de Ginebra. Existe, sin embargo, una diferencia, ya que, según Bikov, se ha subrayado la necesidad y urgencia de un acuerdo político, indicando que ésta es una de las prioridades de la política exterior soviética.

Ante el Soviet Supremo, a finales de noviembre, Gorbachov manifestó que la salida de las tropas soviéticas de Afganistán pasa por la conversión de este país en un Estado no alineado y las garantías de no injerencia externa.

Casi seis años después de la intervención soviética en Afganistán, ocurrida a finales de diciembre de 1979, la URSS reconocía el mes pasado, en Ginebra, que el número de víctimas entre los soldados soviéticos ha aumentado. Análisis militares occidentales calculan esta cifra en 10.000 bajas.

A lo largo de la última mitad de este año, el tratamiento informativo dado en la URS S a la guerra de Afganistán, que se ha ampliado progresivamente con el tiempo, ha sufrido una transformación cualitativa. Ahora se muestra a los soldados soviéticos en combate, y los periódicos y la televisión se extienden en detalles sobre los problemas que afrontan a su regreso, a veces lisiados, y sobre el dolor de los familiares cuando los combatientes no regresan a la patria.

Las historias concluyen siempre con una lección moralizante en la línea de la solidaridad internacionalista, y los familiares de las víctimas se muestran orgullosos de su comportamiento. Los hijos o los hermanos menores quieren imitar el ejemplo, y las madres llevan su dolor con dignidad, de acuerdo con los estereotipos oficiales.

Jóvenes soviéticos afirman, sin embargo, que existe miedo a ser enviado a Afganistán entre los mozos en edad de cumplir su servicio militar, que en la URSS comienza a los 18 años (a los 17 en algunos casos) y dura dos o tres años, según el cuerpo en el que se sirva.

Comportamiento atípico

El pasado agosto, el Boletín Oficial del Soviet Supremo anunciaba multas para los responsables institucionales de inscribir a los jóvenes en edad militar, que descuidaran sus obligaciones. El diario del Ejército Krasnaia Zvezda prevenía recientemente contra los intentos de librarse del servicio militar, sin explicar cuáles eran las causas de este comportamiento, que el diario consideraba atípico. Analistas políticos occidentales relacionaban las reticencias señaladas por Krasnaia Zvezda con el temor de ir a parar a Afganistán. El periódico denunciaba la posición pasiva de algunos funcionarios y la actitud de algunos médicos que firmaban certificados falsos.El mayor protagonismo de los soldados soviéticos destacados en Afganistán en la vida soviética podía constatarse el sábado pasado en el programa nocturno de entretenimiento emitido por la primera cadena de la televisión. Esta vez estaba dedicado al Ejército, y en este marco se estableció un puente con Kabul.

En una conexión directa desde los estudios, un grupo de espectadores hacía preguntas a unos soldados, la mayoría con aspecto asiático, que aparecían ante las cámaras. Una esposa a la que se le escapaban las lágrimas le contaba a su marido, Uzbeko Rusland, cómo había crecido el hijo de ambos desde que él se había marchado a Afganistán. Era la segunda vez que Rusland estaba en Afganistán, lo que supone un sueldo más elevado y mejores posibilidades de ascenso. El público cambió las sonrisas por una expresión grave. Apareció la foto de un soldado soviético caído en el frente. Hubo palabras de elogio y solidaridad para la madre. El acto concluyó con un cantante de Bashkiria que había actuado en el frente y que interpretaba una canción afgana que había aprendido allí. El público, de pie, aplaudió a los soldados.

"Puesto que las tropas tienen que estar allí y estar en combate, ¿por qué deben aparecer de forma poco destacada? ¿Por qué no decir toda la verdad, incluidas las atrocidades cometidas por aquellos que prefieren el proceso militar al político?", señala Bikov. Para este experto, la opción en Afganistán está entre encontrar una solución política cuanto antes mejor o seguir en la misma línea.

En una solución política, mucho depende, según Bikov, de Pakistán y de que este país "continúe el contrabando de armas a través de la frontera y dando refugio y entrenando a quienes la cruzan". La frontera entre Afganistán e Irán resulta "menos desestabilizadora" que la frontera con Pakistán, señalaba Bikov.

La Unión Soviética sigue con atención los acontecimientos internos en Pakistán y ve nuevos elementos en ellos. "Los conflictos han aumentado", subraya Bikov. "Los militares actúan contra algunas tribus locales. La situación no es estable, y algunos ven el peligro de que Pakistán se convierta en un nuevo Líbano". Para el vicedirector del IMEMO deben hacerse nuevos esfuerzos para buscar una solución política amparada por la ONU.

Los medios de comunicación informan de los conflictos internos entre el Gobierno paquistaní y las minorías fronterizas con Afganistán, con un tono de simpatía hacia éstas. La posibilidad de integrar una parte de la resistencia afgana en una solución política, aunque ello pase por la sustitución de Karmal, es una hipótesis barajada privadamente en círculos expertos en política internacional. Otros medios soviéticos dudan que ello sea posible, dado el estado de radicafización de los enfrentamientos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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