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Los obispos españoles condenan la tenencia de armas nucleares

Los obispos españoles plantean varias interrogantes sobre la integración de España en la OTAN en uno de los documentos sometidos a debate en la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal que se está celebrando actualmente en Madrid. El documento, Constructores de la paz, analiza la posición de los cristianos ante la guerra, el rearme y la reconciliación, condena el uso y aun la tenencia de armas nucleares y recoge cuatro posibilidades para el debate sobre la permanencia o no de España en la OTAN. Los obispos, que no se comprometen con ninguna, plantean preguntas como la siguiente: "¿Será posible la integración total en la OTAN sin aceptar la ideología de la rivalidad que abrigan la llamada estrategia de disuasión y la carrera de armamentos?".

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El concepto de 'defensa integrada', como alternativa a la Alianza

El documento, de 76 folios y ocho más de notas, trata de ofrecer criterios éticos sobre la contribución de los cristianos a la construcción de la paz. Más de un año lleva este texto en el telar de la Comisión Episcopal de Pastoral, que preside el obispo de Canarias, Ramón Echarren. No existe, como es lógico, un texto definitivo hasta que se dé por clausurado el debate, y la conferencia lo haga público, lo que ocurrirá el próximo sábado.El último borrador que manejan los obispos, y al que ha tenido acceso EL PAÍS, está organizado en tres grandes partes y termina con un capítulo de conclusiones. La expresión más frecuente en el documento es "novedad". Toda la primera parte está encabezada por el título Hacia una nueva perspectiva, y en su apartado tercero se habla de "una perspectiva totalmente nueva".

Tras definir la paz como "mensaje central de la revelación cristiana" y "la novedad del Evangelio", los obispos se encaran con esta "exigencia y clamor de nuestro tiempo". "Hay que contemplar la guerra con otros criterios", afirman, y revisar la doctrina tradicional sobre la llamada "guerra justa".

En esta revisión se recuerda la degradación de las guerras en la llamada guerra total, incapaz de respetar a las poblaciones no combatientes, y que la invención y aumento creciente de armas científicas hacen imposible que la teoría de la "guerra justa" pueda seguir siendo considerada como un principio de humanización de la guerra. En su opinión, la defensa armada deberá tener en cuenta los peligros de la guerra total y las necesidades de la sociedad. Se condena el uso y aun la tenencia de armas nucleares. Aun en la guerra convencional, la defensa armada deberá tener en cuenta los peligros de una guerra total. La misma estrategia de disuasión debe ser con templada con mentalidad total: mente nueva.

En opinión de los obispos, el desarme tiene que llegar hasta las mismas conciencias.

En la segunda parte, el documento desciende a los conflictos concretos que preocupan al mundo: la amenaza nuclear y la plaga del hambre. Sólo un dato concreto entre los muchos que dan los obispos: la investigación para la defensa recibe, a escala mundial, seis veces más presupuesto que la investigación médica. La alternativa global que ofrecen es "una mentalidad nueva", "en la confianza recíproca" de los pueblos y completamente distinta de la rivalidad y antagonismo.

Reconociendo el derecho de cada país a la defensa armada, el documento señala que hay que potenciar otras formas de defensa: congelación nuclear progresiva por la creación de amplias zonas desnuclearizadas. La disuasión por resistencia civil no violenta, que nada tiene que ver con "el pacifismo de abdicación". Defensa territorial con armamento pura mente defensivo no nuclear. El dilema de la reactivación industrial armamentista o la marginación se convierte prácticamente en una trampa, en opinión de los ponentes del documento, que señalan que hay que inventar formas de defensa y de integración en Europa en que el desarrollo de España no quede sometido como esclavo a la tecnología belicista.

El documento de los obispos españoles dedica también todo un capítulo a la solidaridad con el Tercer Mundo.

Posibilidades

Ante el debate sobre la permanencia o salida de España de la Alianza Atlántica los obispos enumeran cuatro posibilidades a las que se enfrenta la sociedad española: "Permanecer en la Alianza Atlántica, integrándonos también con la estructura militar"; "permanecer en la Alianza Atlántica sin entrar en la estructura militar"; "salir de la OTAN y asegurar nuestra defensa con neutralidad armada", y una cuarta fórmula que los obispos llaman "defensa integrada", que no se reduce a las actividades militares, porque es un derecho y obligación de todos los ciudadanos, afirman.

"Todas las alternativas expresan preferencias y valores legítimos aunque parciales. En la elección de una de ellas es decisiva la racionalidad técnica y la prudencia política, que rebasa", confiesan los obispos, "nuestra competencia pastoral".

En esta "racionalidad técnica" y "prudencia política", los obispos se plantean varios interrogantes: ¿"Pretendemos sólo afianzar nuestro autogobierno político o también defender nuestra cultura"?; "¿será posible la integración total en la OTAN sin aceptar la ideología de la rivalidad que abrigan la llamada estrategia de disuasión y la carrera de armamentos?".

La aportación a Europa, según los obispos, tiene que ser eminentemente cultural y ética. Hay que avivar la vocación por la paz. Superar la idolatría del poder. Los cristianos tienen que dar ejemplo de responsabilidad.

No juzgar el pasado

Después de un apartado en el que se enuncian principios éticos para todos los ciudadanos, para el servicio militar, sobre la no violencia activa y sobre la tarea de los científicos y políticos, los obispos dedican toda una parte tercera a la reconciliación interna de los españoles. No juzgar el pasado ni resucitarlo, evitar reconduccionismos..., será la forma de reconciliar las "diferentes Españas" que llevamos dentro, afirman.

También insisten y deploran los obispos la decadencia moral, que no puede verse amparada por la desconfesionalización del Estado, por lo que urge ponerse a la tarea de construir una democracia ética.

Por último, se condena sin paliativos él terrorismo: "Hoy y aquí el terrorismo no tiene legitimación ética alguna". Los poderes públicos habrán de ser inexorables también con cualquier grupo que pretendiera tomarse la justicia por su cuenta, indica el borrador.

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