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Un estado de sitio justificado

THE NEW YORK TIMESLa decisión es un poco dramática, pero no menos dramática es la sociedad argentina. Así se expresaba un argentino, y hay que darle la razón sobre ambos extremos. Raúl Alfonsín, cuya presidencia significa el retorno de Argentina a la democracia, ha tomado la decisión de imponer el estado de sitio. ( ... ) Muchos dictadores latinoamericanos han decretado, sin embargo, una cruel ley marcial. La decisión del presidente argentino es de un signo bien distinto.El decreto de Alfonsín no pretende la creación de un nuevo Chile, en el que, durafite los últimos años, se ha permitido que los soldados barran a los manifestantes de las calles para recluirlos en campos de concentración. La decisión del presidente argentino tampoco tiene, por otra parte, similitud con el caso de Nicaragua, donde un Gobierno de corte marxistaleninista ha decretado a primeros de octubre el estado de sitio para cercenar cualquier actividad o protesta de su oposición política.

Tampoco esta actitud de Alfonsín tiene parang ón con hechos de la reciente historia argentina, en la que los generales, con regularidad, derrocaron Gobiernos elegidos democráticamente e interrumpieron las garantías constitucionales. El último de los estados de sitio decretado por militares argentinos duró nueve largos años y costó ladesaparición de 9.000 argentinos.

La intención de Alfonsín es, en este momento, justamente la contraria: se trata de proteger aquello que los anteriores estados de sitio en Argentina trataron de eliminar. La finalidad de este estado de sitio es procurar la apertura de un debate político, extender las garantías jurídicas y reforzar el mandato constitucional. Tiene ahora que demostrar cómo es posible la utilización de esta típica arma de dictadores con fines genuinamente democráticos.

( ... ) El estado de sitio decretado por Alfonsín sólo suspende las garantías de 12 personas, seis de ellas oficiales militares, que son presuntamente, sospechosos de ser los instigadores de la reciente campaña de bombas. La decisión del presidente argentino era el único camino por el que podía asegurarse la detención de estas personas sin tener que esperar a una larga investigación judicial, un riesgo que el propio Alfonsín ha considerado como inaceptable.

Pero su decisión también encierra un riesgo. Intentar diluir la democracia, aunque sea por un breve período de tiempo (...), puede provocar el debilitamiento del propio régimen democrático. Ningún estado de sitio es digno de admiración. Pero Alfonsín, un demócrata, ha actuado en nombre de la democracia.(...)

29 de octubre

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