Las nuevas tecnologías favorecen a los pequeños editores
Las nuevas tecnologías no son sólo cosa de las grandes empresas editoriales, sino que pueden ser la salvación de las pequeñas. Esa es la conclusión de la mesa redonda celebrada ayer en el salón internacional del libro, Liber 85, donde se analizó la situación de la renovación tecnológica en la industria del libro. El coloquio sirvió para presentar un informe del gremio de editores sobre las nuevas técnicas y su futuro en España. Hoy es posible realizar ediciones, auxiliadas por ordenador, de 30 ejemplares, con precios de coste similares a los que se producen con tiradas de 3.000 con el sistema tradicional.
Un editor es un intermediario entre un autor y un lector; que el vehículo que utilice sea el libro o cualquier otro, es lo de menos. Tal afirmación la realizó Raúl Rispa, de la Editorial Salvat, durante la mesa redonda celebrada ayer en el Liber 85, en la que intervinieron también el escritor Luis Arroyo, las documentalistas Núria Amat y Soria Gandaria; Arsenio Huergo, de Altamira, e Ignacio Oyarzábal, de Espasa Calpe. Para Rispa, hablar sólo del editor pensando en el soporte impreso -libro- es restringir la figura del editor. Éste debe empezar a pensar en términos más amplios y ser capaz de darse cuenta de que el futuro pasa por llevar hasta el lector los mensajes de los autores en soporte libro, pero también en otro cualquiera que ya exista o pueda llegar a existir.Un ejemplo: el libro más vendido en Estados Unidos durante el pasado año fue el del aerobic de Jane Fonda. La editorial ganó dos millones y medio de dólares. El mismo texto en videocasete proporcionó a sus editores más de 17 millones de dólares. Para Rispa, tan editor es el del libro como el del videocasete, como pueda serlo el de videodisco en el futuro o el que proporciona una conexión a un banco de datos o vende un programa de software. Que los editores sepan adaptarse a estos nuevos medios no depende de otra cosa que no sea su "imaginación, curiosidad, pragmatismo y autoconfianza", por decirlo en palabras de Luis Arroyo.
Lo que parece muy en entredicho es el futuro de las obras de consulta. Diccionarios, enciclopedias y manuales tendrán que dejar de existir en el formato tradicional. Tal fue el contenido de la ponencia de Nuria Amat, bibliotecaria y documentalista. La obra de consulta es siempre voluminosa. Un diccionario en 10 volúmenes puede costar, sólo en papel, unas 5.000 pesetas. El material para su comercializ ación en videodisco, con una tirada de 2.000 ejemplares, que puede ser ,ampliada en cualquier momento, no, excede las 900 pesetas. A mayor abundamiento, el videotexto puede ser ampliado y modificado casi instantáneamente, mientras que el libro tiene un proceso de redacción y produccióñ lento que hace que, en determinadas materias, cuando sale de la imprenta esté ya anticuado. En tal sentido se manifestó Sofía Gandaria, documentalista del Congreso de Diputados, refiriéndose especialmente a las obras legales.
Fracasos
Arsenio Huergo, de Altamira, fue quien se mostró más reticente respecto a la utilización de las nuevas tecnologías. Para Huergo, hace ya 10 años que algunas de las tecnologías consideradas nuevas se incorporaron a la edición y ello no ha mejorado ostensiblemente el "excedente empresarial", razón última de la existencia de empresas; a lo sumo, "han parado el ritmo de deterioro". Algunas de estas nuevas tecnologías, por ejemplo, las que facilitan la preparación de textos e imágenes, han debilitado la línea fronteriza entre el editor y el empresario de artes gráficas. Paralelamente, según Huergo, algunos empresarios han fracasado en la utilización de las nuevas ,técnicas, y eso es algo a tener en cuenta. Huergo recomendó, como vía de solución, el ir "hacia una relativa concentración de empresas en el sector".A esta propuesta se opuso Ignacio Oyarzábal. En su opinión, las nuevas técnicas favorecen, precisamente, a los pequeños empresarios, mientras que la concentración sólo es beneficiosa para los grandes; "por eso la recomiendan
Para Raúl Rispa, la tendencia hacia la utilización de las nuevas tecnologías es evidente; sin embargo, dijo, "tendencia no es destino, y no hay nada que haga que ese sea el final necesario". Respecto a la tendencia, Rispa afirmó que España se halla atrasada respecto a otras naciones industriales y, en especial, respecto a Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y, últimamente, también respecto a Francia. Parte de este retraso se debe, según el ponente, a la ausencia de una política de información en el actual Gobierno y parte a que el editor español sigue creyendo que lo suyo es vender libros.
Rispa explicó que la situación actual del mercado favorece la existencia de pequeñas empresas y amplía el mercado de la edición, ya que se pueden publicar libros con tiradas de hasta 30 ejemplares a precios competitivos con equipos cuyo coste no supera los 15 millones de pesetas. Ahora bien, sería conveniente, según Rispa, que ya que el Gobierno no subvenciona estas tiradas, como mínimo, no las gravara con el 35% de impuestos que debe abonar quien quiera importar esta maquinaria.
Aun reconociendo que se han producido fracasos en la utilización de las nuevas tecnologías, para Rispa, éstos se deben no a la maldad intrínseca de las mismas, sino al mal uso que se haya podido hacer de ellas.
Respecto a la política a adoptar por el Gobierno, Rispa apuntó que no debe ser dirigista, sino que debe tender a permitir la creación de una infraestructura con líneas de crédito, ayudas y reduciendo los aranceles a la importación.
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