Thatcher decide poner punto final a las represalias
El Gobierno británico ha decidido no tomar más represalias en la guerra de espías con la Unión Soviética, que ha producido la expulsión de 31 ciudadanos de cada país desde la deserción del jefe de la KGB en Londres, Oleg Gordievski, y ha advertido que "la mejora de relaciones con Moscú no puede ser comprada a costa de la seguridad del Reino Unido".
La primera ministra, Margaret Thatcher, que fue informada de la expulsión de otros seis ciudadanos británicos de la Unión Soviética cuando se encontraba en vuelo desde El Cairo a Luxor, manifestó que el Reino Unido no tomaría más represalias.
Thatcher, que realiza un viaje oficial a Egipto y Jordania, declaró el martes en una conferencia de prensa que la deserción de Olef Gordievski "había roto el corazón del espionaje soviético" en el Reino Unido. Su comentario a la última decisión del Kremlin fue: "Les hemos cogido con las manos en la masa y ahora tienen la cara colorada", un juego de palabras con las expresiones inglesas red-handed and red-faced.
Por su parte, el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, declaró que los soviéticos "deberían asumir toda la responsabilidad de este lamentable incidente", y advirtió que "la mejora de las relaciones anglosoviéticas no podía ser comprada a costa de la seguridad del Reino Unido". "Esperamos que los soviéticos hayan aprendido esta lección", añadió. Refiriéndose concretamente a las seis expulsiones de ciudadanos británicos en Moscú decretadas ayer, Howe manifestó que la Unión Soviética había actuado "con rencor y sin ninguna justificación contra ciudadanos británicos" destinados en la capital soviética.
Los líderes de los partidos de la oposición laborista y socialdemócrata pidieron ayer que el Gobierno pusiera fin a la política de "ojo por ojo y diente por diente". El doctor David Owen, dirigente socialdemócrata, fue práctico en la apreciación del problema: "Ya tenemos al espía, y ahora el Gobierno debe poner fin a la campaña", dijo. El laborista Neil Kinnock, por su parte, manifestó que no entendía la política de expulsiones "a plazos", a la vez que se preguntaba "hasta cuándo iba a durar".
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