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Tribuna:La muerte de un pensador crítico
Tribuna
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La pasión reflexiva y la reflexión revolucionaria

Joaquín Estefanía

Se pregunta Perry Anderson, editor de la New Left Review, por qué en España, con un proletariado "de un temperamento más revolucionario que cualquier otra clase obrera del continente", no han surgido intelectuales orgánicos del movimiento obrero. Dice Anderson: "El caso español, no obstante, sigue siendo un importante enigma histórico. ¿Por qué España nunca dio un Labriola o un Gramsci, pese a la extraordinaria combatividad de su proletariado y su campesinado aún mayor que la de Italia..." (Consideraciones sobre el marxismo occidental).Manuel Sacristán fue la excepción a la regla. Fue un intelectual orgánico de la izquierda, aunque muy sui géneris. Su obra no permanece compacta, elaborada, sino en muchos casos diseminada en conferencias y publicaciones, a veces anónima, y otras, firmada sin su verdadero nombre. Es por ello muy loable el esfuerzo de la editorial Icaria para refundir los textos dispersos. Pero, además de sus elaboraciones directas, Sacristán fue un animador cultural. Merece destacar en estos momentos su labor al frente de dos revistas teóricas, desde que comenzó la transición política española a mediados de la década de los setenta: Materiales y Mientras Tanto. Las diferentes familias de la izquierda española (de la izquierda marxista) se esforzaron en contribuir a la lucha ideológica que se avecinaba, con multitud de publicaciones de corta tirada y escasas ventas, que competían entre sí por el mismo tipo de lector: Zona Abierta, El Viejo Topo, Negaciones, El Cárabo, En Teoría, Taula de Canvi, Transición, Teoría y Práctica, Crítica de la Economía Política, la edición castellana de Monthly Review. Y con ellas, Materiales y Mientras Tanto.

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Materiales apareció a principios de 1977. Aunque en su mancheta no aparece Sacristán como director, todo el mundo sabe que es su alma gris, el centro de todo un grupo de pensadores marxistas que experimentan "cierta perplejidad ante las nuevas contradicciones de la realidad reciente". Aquel grupo se define contra el tacticismo de la emergente izquierda política y por la confrontación abierta de las ideas, e intenta hacer de la revista un instrumento de tradición emancipatoria.

Personalidad aglutinante

En el camino de esa confrontación, el grupo se desgarra. De su cogollo nace Mientras Tanto. Es diciembre de 1979. Sacristán ya aparece como la personalidad aglutinante. Mientras Tanto, que continúa en la actualidad en el mercado tras la defección de la mayor parte de sus innumerables competidores, aborda su nueva tarea: "Consiste, por ejemplo, en conseguir que los movimientos ecologistas, que se cuentan entre los portadores de la ciencia autocrítica de este fin de siglo, se doten de capacidad política revolucionaria; consiste también, por otro ejemplo, en que los movimientos feministas, llegando a la principal consecuencia de la dimensión específicarnente, universalmente humana de su contenido, decidan fundir su potencia emancipadora con las demás fuerzas de la libertad; o consiste en que las organizaciones revolucionarias clásicas comprendan que su capacidad de trabajar por una humanidad justa y libre tiene que depurarse y confirmarse a través de la autocrítica del viejo conocimiento social que informó su nacimiento, pero no para renunciar a su inspiración revolucionaria... sino para reconocer que ellos mismos, los que viven por sus manos, han estado demasido deslumbrados por los ricos, por los descreadores de la Tierra". Mientras Tanto fue una de las avanzadillas teóricas en busca del nuevo sujeto revolucionario. Como subproducto de esta actividad, nació la editoral Materiales, en la que se editó a Berlinguer, Marx, Gramsci, Agnes Heller, etcétera. En esta editorial se publicó el clásico ¿Comunismo sin crecimiento?, del alemán Wolfang Harich, indispensable para polemizar sobre los límites del crecimiento y el mismo futuro del mundo desde un punto de vista filosófico y científico a la vez. Sacristán le hizo un inolvidable prólogo, en el que afirma arriesgadamente: "Está fuera de duda que todo comunista que vea en el problema ecológico el dato básico del problema de la revolución, se ve obligado a revisar la noción de comunismo".

Sacristán sí que hizo la crítica de la práctica teórica. Su combate estuvo siempre marcado por aquello que decía el primer editorial de Materiales: "Creemos que la pasión ha de hacerse reflexiva, y la reflexión apasionada, decisión revolucionaria".

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