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Reportaje:Festival Internacional de Cine de Venecia 1985

Un festival a la medida del hombre

El cine mundial se da cita en un ambiente tranquilo y culto

Dentro del panorama de festivales cinematográficos, Venecia ocupa una posición singular: nadie duda en situarlo inmediatamente después de Cannes, por encima de otros con mayor presupuesto o rigor. Venecia goza del aura culta y artística que destila la ciudad. Si su programa no es muy distinto del que puede ofrecer Cannes, sí lo es el clima en que se desarrolla. En La Croisette se cita todo el cine mundial, pero eso sólo se sabe gracias a la televisión o a una larga y paciente espera junto a las escaleras de entrada del palacio del festival, por donde han de aparecer los famosos. En Venecia, esa misma gente se pasea sin guardaespaldas, sin limousines y sin sentirse asfixiada por fotógrafos y cámaras. Cannes es un espectáculo gigante, pero ese mismo gigantismo lo amenaza. Demasiado a menudo son los medios de comunicación los protagonistas, fenómeno que no se da en Venecia, donde todo es más tranquilo y relajado, de manera que en la terraza del Excelsior es posible tener por vecinos de mesa a Ingmar Bergman y Jeanne Moreau, a Godard y Angela Winkler, a Walter Hill y Nastassja Kinski.

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Españoles en Venecia

Venecia 1985 incluye 24 películas dentro de la sección competitiva. Del veterano John Houston, hoy hospitalizado debido a problemas respiratorios, se presentará Prizzi's honour, actualmente uno de los mayores éxitos de taquilla en Estados Unidos. Producida por una pequeña compañía, el éxito ha sorprendido a todos aquellos que, se apresuraron a enterrar prematuramente a Houston cuando vieron en Cannes Bajo el volcán. Aquí, en la Mostra, su filme también figura en concurso, no amparado por la habitual fórmula del fuera de competición con que los consagrados intentan protegerse de hipotéticos revolcones en el palmarés.Otros nombres conocidos en esta edición de la Mostra son los de Maurice Pialat, Agnés Varda, Alain Tanner, Claude Goretta, Juraj Jakubisko, Jerzy Skolimowsky, Istvan Gaal, Carlo Lizzani, Alberto Bevilacqua, Masaki Kobayashi, Ridley Scott o los de los españoles Basilio Martín Patino y Francesc Betríu. Luego, junto al argentino Fernando Solanas, vieja figura del cine político, constan otros nombres que remiten a cinematografías de poco peso mundial, como la china, la turca, rumana, griega u holandesa.

'Legend', sin cortes

Pialat, de quien hemos podido ver, no hace demasiado tiempo, la emocionante A nos amours, acude con Police, película que, según sus palabras, "acaba con una cierta imagen del cine francés. No he rodado ni un solo plano de dormitorio o en el que la acción transcurra en la cocina o en un bar, tres decorados que han acabado por. configurar una imagen de mi país". De Ridley Scott, el hombre de Alien o Blade Runner, veremos Legend, una superproducción de 24 millones de dólares, sin actores conocidos, y que pone en escena un relato infantil. Se rumorea que, después del pase veneciano, la Fox piensa cortar 40 minutos del filme, descontenta la productora con la larga duración del mismo y quizá con la pasión del cineasta por crear decorados a base de jugar con la luz.

De Alain Tanner se puede esperar mucho, pues tanto Messidor como En la ciudad blanca eran excelentes trabajos de crónica sobre el desarraigo, objetivo que se diría común con este No mans land a estrenar en Venecia. En The lightship, de Skolimowsky, se adivina una nueva demostración a cargo del polaco de la literalidad con que se aplica su definición de lo que es un director de cine: "Alguien capaz de encontrar quien le pague una película", pues sólo gracias a grandes mañas habrá podido convencer a un productor después del fiasco de Success is the best revenge.

Si a priori estos son los títulos que despiertan mayor curiosidad de entre los que compiten por el León de Oro, en otras secciones las propuestas incluyen desde Silverado, de Lawrence Kasdan, un western que junto a Pale rider contribuye a que vuelva a hablarse de la conveniencia de resucitar el género, hasta la tercera entrega de Mad Max, de nuevo con Mel Gibson, pero ahora además con Tina Turner en el papel de Reina del Mal en ese inhóspito futuro inventado en Australia. También es interesante la recuperación de viejos títulos como la mítica Queen Kelly, de von Stroheim, recientemente restaurada y ya presente en Berlín, o el que, con motivo del cuadragésimo aniversario del final de la II Guerra Mundial, podamos ver el Berlín de Yuxi Raitzman, o Giorni di gloria, un filme en el que colaboraron Visconti y De Santis.

Homenaje a Walt Disney

Se presta también especial atención al vídeo, tal y como ya se hiciera en la edición anterior, mostrándose una selección de vídeoclips y algunos productos que hablan ya del propio vídeo-clip, rápido generador de parafernalia metalingüística en justa correspondencia a su carácter de producto fundado en la piratería de toda suerte de mitologías. Además, un homenaje a Walt Disney resucitará 62 de sus Silly simphonies, tres largometrajes y algunos de sus documentales dedicados a la antropomorfización de la naturaleza.

Para acabar, varias curiosidades musicales: la versión que Goretta ha hecho del Orfeo de Monteverdi y la que el húngaro Gaal ha rodado del Orfeo y Eurídice de Gluck. Sólo falta Offenbach para que el juego de comparaciones pueda ser completo. Luego, quién sabe si como secuelas de Amadeus, figuran Vergesst Mozart (Olvidad a Mozart), una producción germana de Slavo Luther, y The nephew of Beethoven, en la que Paul Morrisey afirma "demostrar con rotundidad el poder corruptor de la música, una de las mayores catástrofes culturales de los últimos siglos".

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