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Festival Internacional de Cine de Venecia 1985

Españoles en Venecia

La representación española incluye cuatro filmes, dos que participan en la selección competitiva y dos más que constan en secciones paralelas. Los paraísos perdidos y Réquiem por un campesino español llegan de manera muy distinta a la carrera hacia los premios. La primera, de Basilio Martín Patino, ha sido repescada a última hora y se proyecta el primer día del festival. Eso no significa que la película no pueda ser excelente, pero sí que sus posibilidades de gustar son escasas. Los paraísos perdidos significa el reencuentro de su director con el cine de ficción y una reconsideración del pasado hecha desde el punto de vista de alguien recién regresado a España, que observa el país con la objetividad que confiere este extrañamiento, unido a una reivindicación de la locura y la marginalidad a partir de una traducción de Hölderlin.Réquiem por un campesino español llega en medio de la confusión. La polémica sobre el título -nadie se acuerda de que, tenga buenas razones o no, se equivoque o no, poner el título de una película es derecho exclusivo del director y su productora- puede distorsionar el significado del filme de Betriu, que de pronto y sin quererlo adquiere connotaciones especiales.

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Un festival a la medida del hombre

La película es fiel a la obra de Sender y es una de las primeras cintas españolas que, al hablar de la guerra civil, aborda la colaboración de la Iglesia con la represión dirigida por los fascistas.

Karnabal, de Els Comediants, como la anterior, es un producto realizado con la ayuda de TV-3, compradora de los derechos de antena, situación parecida a la del filme de Patino, sólo que en este caso es RTVE quien ha adelantado el dinero. Karnabal es, más que una película convencional, lo que podríamos llamar un espectáculo audiovisual, plasmación cinematográfica del mundo festivo, infantil y mágico del grupo teatral especializado en espectáculos de participación.

Por último, la Mostra acoge El proceso de Burgos dentro del ya mencionado espacio destinado a celebrar la liberación y el fin de la guerra. La película de Uribe, de la misma manera que Karnabal resulta insólita por su naturaleza y por el hecho poco frecuente de estar hablada en catalán, lo es porque ahora representa oficialmente a España en el extranjero cuando, en el momento de su estreno, fue discriminada por la Dirección General de Cine de entonces, que consideró que había en ella demasiado de documental como para merecer alguna ayuda. Ahora, si es seleccionada, se debe, precisamente y en gran parte, a su valor documental.

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