Cinco heridos por asta de toro en un quinto encierro largo y muy peligroso
Cinco personas heridas por asta de toro, una de ellas grave, y varios contusionados es el resultado del quinto encierro de las fiestas pamplonesas de San Fermín de 1985, cuyo desarrollo fue muy peligroso: uno de los toros quedó separado del resto de la manada y sembró el pánico en la calle de la Estafeta. Este encierro, sin duda uno de los más peligrosos de los últimos años, duró 8 minutos y 27 segundos, en un recorrido de 900 metros en el que las reses suelen emplear aproximadamente tres minutos.
El herido grave, cogido en la calle de Mercaderes, e internado en el Hospital de Navarra, es Victoriano Undiano Egea, de 25 años, vecino de Pamplona y corredor habitual de los encierros. Según el parte médico, presenta heridas por asta de toro en hueco poplíteo (en el glúteo) con entradas por cara posterior y salidas por cara anterior, con tres trayectos de unos 20 centímetros. No lesiona arteria poplítea. Sufre choque traumático.Los toros pertenecían a la ganadería del Marqués de Domecq, de Jerez de la Frontera. Cuando sonó el chupinazo, a la ocho en punto de la mañana, permitiendo la apertura de los corrales de Santo Domingo, la manada salió estirada, encabezada por los mansos.
A medida que avanzaba por la cuesta, se fue haciendo más compacta, de forma que llegó perfectamente agrupada a la plaza Consistorial y a la calle de Mercaderes; una de las reses que cerraba el grupo derrotaba a derecha e izquierda.
En la calle de Mercaderes, donde se iba a producir la cogida de Victoriáno Undiano, herido grave, uno de los últimos toros tropezó con un cabestro y con otro toro y cayó al suelo. A partir de ahí comenzó a rezagarse, y en la curva de la calle de la Estafeta cayó de nuevo. En esta segunda caída arrastró a un mozo al que cabeceó. En Estafeta, el toro rezagado daba muestras de encontrarse lesionado en las patas. Al hallarse solo entre el mocerío, y aturdido, se volvía continuamente hacia atrás lanzando derrotes a derecha e izquierda, mientras los demás toros corrían limpiamente.
Riesgo de los expertos
El recorrido de la calle por el toro fue lento y angustioso. Varios mozos fueron alcanzados con mayor o menor gravedad por el animal, que derrotaba en varios sentidos. Los mozos tiraban de él con el periódico en la mano, único instrumento de defensa, aunque la res avanzaba muy despacio. Los más expertos entre los corredores se arriesgaron considerablemente para conseguir arrastrar al toro.
La angustia prosiguió en la curva de la Telefónica y en el callejón, con continuos embistes del animal. Los mozos consiguieron llevar poco a poco al rezagado hasta la plaza; antes de entrar, aún cogería a varios corredores. A la entrada del callejón un mozo fue empitonado y elevado espectacularmente por los aires.
En la plaza varios mozos propinaron una paliza a un individuo que había golpeado a un toro con una camisa: de haber conseguido llamar su atención, se habría podido producir una tragedia.
El toro de los heridos
Todos los heridos lo fueron por el toro rezagado de la manada, en la plaza Consistorial, en la calle de la Estafeta y en el callejón. Aparte de Victoriano Undiano, los demás corneados fueron Rafael Muniain Sánchez, de 22 años, cogido en el callejón, que presenta herida en el muslo derecho de unos 10 centímetros y cuyo estado es menos grave; Ramón Vargas Víllegas, vecino de Sabadell, que sufre puntazo de unos cuatro centímetros en la espalda; Emilio González Montoyoro, de 53 años, que recibió una herida abierta en pierna izquierda; y una persona, de unos 25 años, cuya identidad no fue facilitada por expreso deseo del interesado, que recibió un puntazo en el muslo derecho. Estas heridas son leves salvo complicaciones.
Otros heridos de diversa consideración fueron Miguel Ángel Agorreta Larracíbar, de 24 años, arrojado por la testuz de un toro contra una pared, y que presenta herida en región palmar izquierda, contusión torácica con hundimiento y contusión abdominal; Carlos Sanz Redín, con fractura en el brazo izquierdo producida en la suelta de vaquillas tras el encierro; y el norteamericano Marcus Willey, con el codo fracturado. Según fuentes de la Cruz Roja, a lo largo del recorrido fueron atendidas 21 personas con contusiones, golpes o cortaduras, así como tres niños tras el cuarto encierro txiqui de becerras.
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