Cuatro etapas distintas en la política económica
"Es impensable mantener fijo el volante cuando el camino a recorrer es cambiante". Así explicó el ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, en el Congreso de los Diputados, las últimas medidas de política económica. Para Boyer, la política económica no cambia mientras haya "un mantenimiento estratégico de los objetivos, que son: luchar contra la inflación, reducir el déficit y el gasto público y generar empleo".
Casi todos los analistas han interpretado que se ha producido un giro en la política de ajuste de los socialistas tras la presencia de Boyer en la comisión de Economía del Congreso. Los objetivos están claros; lo que varían son las prioridades. No es la primera vez que se da este giro: desde que el PSOE inició su campaña electoral, al menos se pueden distinguir cuatro etapas con matices distintos en la forma de luchar contra la crisis.La primera etapa es la del programa electoral. Felipe González hizo campaña con la idea de una política expansiva. "Se hace necesaria, por tanto, una política expansiva, desarrollada dentro de un plan general de crecimiento a medio plazo que lleve a cabo la indispensable modernización de la economía", decía el programa electoral.
Dicho programa partía de la idea de que "la política de los anteriores gobiernos, basada en elevar los precios, rebajar sistemáticamente los costes de la mano de obra, reducir los salarios reales o las plantillas, y transferir los costes de ineficacia de los aparatos productivos regresivos hacia los dinámicos, no ha logrado estimular la inversión y ha tenido un efecto depresivo sobre la demanda presentando el pavoroso balance de más de dos millones de parados, a un ritmo de mil diarios en 1981... La creación de puestos de trabajo es el principal reto al que ha de enfrentarse la sociedad española durante los próximos años. Por ello, el empleo es el objetivo prioritario del prograina".
Del empleo a la inflación
En la elaboración de este programa económico no participó de forma decisiva la persona que luego iba a dirigir la política económica del país, Miguel Boyer. La segunda etapa se inicia con el Gobierno socialista y dura todo el año 1983; se olvidan las ideas reactivadoras que tan caras habían resultado a los socialistas franceses y se inicia un plan de estabilización clásico cuyas primeras medidas fueron la devaluación de la peseta y la subida del precio de los carburantes.
Miguel Boyer, superministro de Economía, Hacienda y Comercio anunció el último día de 1982 que "si hubiese que establecer un objetivo por encima de los demás, yo creo que éste sería la lucha contra la inflación", y además que "si no se domina el proceso inflacionista, habrá que aplicar un plan de estabilización". El paro queda para el medio plazo y la inflación es la prioridad.
La tercera etapa se inicia a partir del año 1984, cuando el programa a medio plazo de la economía española eleva a la categoría de permanentes las medidas de estabilización, acentuándolas. La excepcionalidad de una estabilización se transmite al ejercicio siguiente. Las rentas de los asalariados vuelven a perder poder adquisitivo, lo que desestimula fuertemente el consumo privado. Por primera vez desde 1978 no se firma un pacto social. Los resultados de esta política se conocen ya en 1985, con los datos de la Contabilidad Nacional, que indican un descenso de un punto en el consumo privado; un descenso de la inversión en 3,5 puntos y un crecimiento en más de 20 puntos de los excedentes empresariales.
La cuarta etapa es una crónica anunciada varias veces. En el mes de octubre de 1984 se firma el Acuerdo Económico y Social (AES) para el resto de la legislatura. Por primera vez, un pacto social no conlleva una fuerte pérdida del poder adquisitivo. Se modera esa pérdida, quizá convencida una parte del Ejecutivo de que la estabilización ha sido muy dura. Se corría el peligro de una economía plana, con una inflación a la baja, pero en la que no existiese crecimiento, ni inversión, ni consumo, y en la que, por tanto, el paro seguiría aumentando. El AES fue la primera señal -muy tenue- de cambio. El segundo anuncio lo da el propio Miguel Boyer tras la presentación de los Presupuestos Generales del Estado de 1985. El ministro afirma que estos presupuestos son la frontera entre dos etapas distintas. El Gobierno ha decidido dar un giro a la política de ajuste y de saneamiento financiero e industrial, e iniciar una nueva etapa de carácter expansionista. Seis meses más tarde, el ministro de Hacienda concreta el giro. Del ajuste a la reactivación.
El espejo de la NEP (Nueva Política Económica) es la reducción de impuestos con retoques en la tabla de retenciones y en la tarifa del gravamen sobre la renta. Ello se produce poco después de conocer los primeros datos coyunturales del año, que indican un repunte inflacionario y la continuidad en el crecimiento del desempleo.
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