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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Suspense' en Bruselas

EL FRACASO de la maratón negociadora entre España y el Mercado Común no supone una ruptura de las conversaciones ni parece poner en serio peligro la integración. El anuncio de una nueva sesión negociadora para el próximo jueves, antes de la cumbre de jefes de Gobierno y de Estado de la CEE, mantiene las esperanzas reales de que la voluntad política de formalizar la integracíón siga en pie. Pero ello no empaña la gravedad del hecho: cuando ya prácticamente todo el mundo cantaba victoria en este país, los partidos políticos, el Gobierno y las instituciones hacían públicos comunicados sobre el paso histórico de la integración, los periódicos preparaban ediciones especiales y las radios celebraban debates sobre las consecuencias de la entrada en Europa, a medianoche un verdadero jarro de agua fría cayó sobre todos nosotros. Y la realidad concreta es que el acuerdo no se ha sustanciado.Vino y pesca, según todos los indicios, son los problemas que se han cruzado en la recta final de la negociación, y de la mano de Francia. Cabe preguntarse -muchos lo han hecho durante estos días de atrás- si en gran parte no estamos asistiendo a una escenificación ante las diversas opiniones públicas por parte de sus respectivos Gobiernos de un drama cuyo final feliz ya se conoce de antemano: España y Portugal entrarán. Pero es preciso que los agricultores franceses, los viticultores italianos, los ciudadanos griegos sepan cómo sus líderes políticos han defendido sus intereses en Bruselas. Y es preciso que los españoles conozcan de la capacidad negociadora del ministro Morán, y que no se ha entrado a cualquier precio. La explicación es no obstante demasiado cínica para darla por buena, y una ficción de ese género sería un insulto a los sentimientos democráticos y a los derechos de los pueblos. Por lo demás, el dramatismo alcanzado con la brusca suspensión de anoche ha elevado el suspense a tales niveles que habría que convenir que, de ser todo una representación, Agata Christie no la hubiera mejorado. Pero, de no serlo, el Gobierno de Felipe González debe andarse con tiento. Un fracaso el próximo jueves, un aplazamiento definitivo del proceso que imposibilite la integración en 1986, una desesperanza añadida al diálogo pueden hacer peligrar todo el difícil equilibrio europeísta que el Gabinete González ha venido manteniendo, y colocar en una óptica bien distinta las opciones psicológicas y políticas de los españoles ante los todavía llamados aliados occidentales.

En lo que concierne a la actitud francesa, parece influenciada por los recientes fracasos socialistas en las elecciones cantonales. Las pretensiones del representante galo, Roland Dumas, de recortar el número de barcos españoles con licencia para faenar en aguas comunitarias y el volumen de la exportación de vino español a la Comunidad están destinadas sobre todo a. no deteriorar aún más el voto agrícola. El brillante discurso teórico de Mitterrand sobre Europa perece así vulgarmente ante la amenaza -irreversible según muchos, pero por otras causas- de que su partido pierda el poder. Es ya un tópico culpar a Francia en este país de las dificultades con las que nuestra modernización política y económica tropiezan de continuo. Por desgracia, es un tópico justificado que anoche encontró nueva confirmación.

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