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El nacionalismo del teatro catalán, en versión de José Luis Gómez

"El teatro catalán sufre de un nacionalismo muy mal entendido", afirmaba el martes en este periódico José Luis Gómez. Según él, "en Madrid hay catalanes dirigiendo trabajos importantes, pero allí (en Cataluña) prefieren contratar antes a un italiano, a un norteamericano o a un argentino que a un español. Y eso", dice Gómez, "es una pena, porque creo que es un nacionalismo muy mal entendido".Yo creo que Gómez no lleva razón. Cuando se ha contratado a un norteamericano, a un italiano o a un argentino se ha hecho por unas razones muy concretas, sin que se planteara en ningún momento el que esa elección pudiera interpretarse como una muestra de nacionalismo bien, mal o muy mal entendido.

Otra cosa es si el trabajo de tal o cual director extranjero estaba justificado. Gómez, que se ha formado en Alemania, sabe perfectamente lo saludable que es que actores catalanes -y no catalanes- trabajen con todo tipo de directores que puedan enseñarles algo. Por desgracia, eso no siempre ocurre, y entonces el paso de un director extranjero por un teatro barcelonés se reduce a una operación de prestigio -y, a la postre, de desprestigio, porque en Cataluña no somos tan ingenuos como pudiera creerse- para la institución que lo ha contratado, sin ningún beneficio para los actores y el teatro en general. El hombre ha montado su tinglado, ha puesto su firma, ha cobrado y se ha marchado por donde había venido. Eso es muy lamentable. Ahora bien, no creo que nadie se opusiera o criticara el que un Brook, un Stein o un Vitez fuesen contratados para realizar un montaje en un teatro público barcelonés -y no sólo para vender ese montaje y, en definitiva, lo que interesa: su firma-, montaje que de por sí equivaldría a realizar un cursillo en el Institut del Teatre.

De espaldas a Madrid

"Yo creo que ese interés que en Madrid se observa por lo catalán es debido a la generosidad de las gentes de teatro, de la Administra ción; una enorme generosidad" dice José Luis Gómez, "que no es correspondida en Cataluña. Lo más que admiten es un espectáculo flamenco.., No dan ningún tipo de facilidades para ir a Cataluña".

De acuerdo con que no se dan facilidades para ir a Cataluña. Más aún, yo diría que se da la espalda a lo que se cuece en los teatros madrileños, fenómeno que en más de una ocasión he denunciado en estas mismas páginas. Para un actor y director como José Luis Gómez, que se dio a conocer en el Capsa barcelonés -uno de los muchos teatros que han desaparecido de nuestra ciudad- con informe a la Academia, en los años en que Barcelona era el ombligo de una cierta España progresista; al que el primer Ayuntamiento socialista invitó a mostrar La velada de Benicarló en el Poliorama y el Edipo de García Calvo en el Grec, este rechazo debe sorprenderle y dolerle. Con razón. Pero no debe olvidar que es un Ayuntamiento socialista el que mantiene cerrado el teatro Barcelona -uno de los pocos que nos quedan-, sin decidirse a qué hacer con él, y que entre los asesores culturales del conseller Rigol hay un puñado de admiradores de Gómez, como Gil de Biedma, Vázquez Montalbán -¿no le pidió Gómez, a principio de los setenta, una adaptación del Ubú, rey, de Jarry?-, el filósofo Eugeni Trias...

En cuanto a "la generosidad" de las gentes de teatro, de la Administración, por lo catalán..., pues no sé qué decirle. Tanta generosidad me sorprende. ¿Por qué se ficha a Pasqual para dirigir el Centro Dramático Nacional? ¿Por qué se invita a Els Joglars, a Els Comediants, a Flotats, a La Cubana, a La Fura del Baus, a Mario Gas (L'òpera de tres rals), al Tricicle, al Teatre Lliure? ¿Por generosidad? ¿No será porque, como dice Eduardo Haro Tecglen (véase EL PAÍS del 5 de marzo), "Cataluña es el lugar donde se produce el mejor teatro de España en un conjunto tan numeroso como variado"?

Si de mí dependiera, hace tiempo que le hubiese ofrecido a José Luis Gómez la dirección de un teatro público en Cataluña. ¿Por generosidad? No; para beneficio de las gentes que trabajasen con él, formándose junto a él, para satisfacción del público y educación de nuestros políticos, para que el conseller Rigol no se viese forzado a exclamar lo que dicen que exclamó a la mañana siguiente de ver a interpretación de Flotats en el Cyrano de Scaparro: "¡Por qué no me habíais dicho que era tan bueno!". Se lo ofrecería, sencillamente, porque se lo merece; porque el público catalán, barcelonés, ese público tan difícil, al decir de los madrileños, se merece también un actor y un director de la talla de José Luis Gómez

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