El Festival de Cine de Berlín" comienza bajo el signo del frío
Ha comenzado el Festival de Cine de Berlín con frío de 10 grados bajo cero. No es un dato superficial, aunque pudiera parecerlo. El propio director, el suizo Moritz de Hadeln, comenta en la publicación inaugurar de esta 35ª edición que el clima es un dato importante para dar pleno éxito a un certamen de cine. Berlín adelantó sus primitivas fechas veraniegas para anteceder al de Cannes y tratar de arrebatarle la primera expectativa del año.
Sin embargo, el frío no le ha ayudado en el empeño, superior este año al de convocatorias anteriores; es un nuevo inconveniente para reunir a los vendedores y compradores que serían necesarios para comparar su volumen de negocios con el que se produce cada año en Cannes.No pierde por todo esto su interés este festival, pero sigue sin concitar la expectación de Cannes, que en sus múltiples vertientes da motivo de cita a todos los sectores del cine. Si a este terrible frío del exterior se añade el producido el pasado año, cuando el oso de oro Love streams, de John Cassavettes, no logró disimular su penetrante olor a componenda, que de mantenerse podría arruinar el prestigio del festival, el problema se hace más serio. Frente a los frecuentemente descarados juegos de intereses del festival de Cannes, en Berlín se aprecia su mayor libertad y rigor en el reparto de premios, su mayor inquietud hacia lo nuevo.
No es raro, por tanto, que Moritz Hadeln piense también en el estado del tiempo, y el frío de este año le perjudique. Más aún si las películas que se exhiben no justifican los castafleteos de dientes ante la puerta del cine. Malo fue, en este sentido, el primer día, con la proyección de 2010, aunque no sea el festival culpable de la decepción que produjo en este caso el filme. Quizá fuera su obligación responder a la curiosidad que animaba a todos los espectadores, ya que una prolongación de 2001, una odisea del espacio no es un plato que se rechace a primera vista. Su director, Peter Hyanis, si bien no tiene la genialidad inventiva de Stanley Kubrick ni le secunda tampoco en sensibilidad y riesgo, ha filmado películas nada rechazables; entre ellas, Capricornio Uno, de reciente emisión en TVE.
En 2010, la aventurilla de unos cosmonautas que deciden investigar el misterio de la nave que quedó perdida en el filme de Kubrick -y en la novela de ArthurClarke, también autor de esta segunda parte-, y en el enigma del monolito que en 2001 surgía misterioso a lo largo del tiempo en los momentos claves de la evolución del hombre, es muy superficial. Su empeño es dar una respuesta a los enigmas del filme anterior, pero ahí no acaba su barbaridad. El desarrollo de la peripecia supera ampliamente los límites del aburrimiento, aunque el arranque prometía mayor interés.
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