La ciencia se estrella contra la política

Los más optimistas pueden pensar que gracias a los avances de la ingeniería genética veremos desapairecer el hambre del mundo. Sin embargo, esto probablemente no será así.Por mucho que los métodos científicos mejoren la calidad y productividad de los cultivos, existen problemas sociales y políticos que generan una gran desigualdad en el reparto de los recursos naturales, y mientras en algunos países industrializados se estropean a veces a propósito los excedentes agrícolas para que no bajen los precios, en las áreas deprimidas la población no consigue el alimento necesario, no ya para su bienestar, sino para su subsistencia.

El dominio del acceso a los alimentos dentro de un mundo limitado se perfila ya como un arma de control en manos de las grandes potencias sobre las poblaciones menos desarrolladas.

Precisamente, la tecnología para mejorar la producción agricola por niedio de la ingeniería genética está hoy día en manos de los países más desarrollados y en las de ciertas multinacionales poco interesadas en el reparto social de los recursos naturales.

Es casi seguro que la ciencia podrá mejorar la calidad y cantidad de los cultivos, pero poco puede hacerse a este nivel para que los beneficios de las investigaciones alcancen por un igual a toda la humanidad.