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Los funcionarios nicaragüenses recogen café

JESÚS CEBERIO ENVIADO ESPECIAL El Ministerio nicaragüense de Cultura y cuatro organismos estatales autónomos han cerrado temporalmente sus puertas para que los funcionarios participen en la recogida del café. En la despedida del primer grupo, el miércoles por la noche en Managua, el presidente Daniel Ortega expresó la voluntad de su Gobierno de clausurar, si es necesario, todas las dependencias gubernamentales para salvar esta cosecha que proporciona al país casi la mitad de sus divisas por exportaciones.

Desde el viceministro hasta los conserjes participan en esta movilización de emergencia. En algunas zonas del país, el grano de café, al que en Nicaragua se llama rojito, ha terminado su maduración y empieza a desprenderse del arbusto. Un retraso en su recogida puede causar pérdidas valoradas en millones de dólares.

La producción de café ha sido estimada por encima de 1,4 millones de sacos, lo que constituye una cosecha récord en los últimos años. Una parte se ha perdido ya irremediablemente por efecto de la guerra, que tiene su principal escenario de operaciones en las zonas cafetaleras del Norte. Pero se pretende cubrir al menos la cuota internacional adjudicada para este año a Nicaragua, que rebasa ligeramente el millón de sacos.

La clausura de algunas dependencias ministeriales, cuya actividad queda reducida a un mínimo retén, no es sino un reflejo más de la economía de guerra. Para los próximos días está previsto un paquete de medidas económicas que va a suponer un trasvase de recursos a las zonas rurales, en apoyo, de los campesinos que sufren más directamente el efecto de los sabotajes:

El Gobierno ha concedido ya una moratoria de guerra a los productores privados que tienen sus fincas en las zonas de conflicto. El Estado, que es el único gestor financiero, les ha ampliado los plazos de sus créditos, concediéndoles períodos de gracia, y les ha prometido nuevos recursos para que puedan reconstruir sus viviendas o reponer la pérdida parcial de sus cosechas.

Para evitar la continua emigración a la capital, el Gobierno se propone también poner a disposición de los campesinos bienes de consumo que hasta hoy sólo pueden adquirirse en Managua y las cabeceras departamentales. Para obtener estos recursos, revisará su actual política de subsidios, que a menudo no ha hecho sino alimentar el mercado negro, ya que muchos productos de las tiendas populares reaparecían luego en el comercio libre con precios multiplicados por diez. Esto ha generado un crecimiento espectacular del comercio subterráneo. Cada vez son menos los que se dedican a producir, y más los que comercian con excelentes beneficios.

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