Castro reiteró a un grupo de obispos de EE UU su deseo de reconciliarse con Washington
Fidel Castro continúa enviando señales a Estados Unidos con el objetivo de abrir un diálogo con la Administración Reagan. El líder cubano aprovechó la semana pasada una visita de obispos católicos norteamericanos a la isla caribeña para reiterar sus propósitos de una normalización de las relaciones con EE UU. Días antes había recibido a tres congresistas norteamericanos, a los que aseguró que desea cooperar con Washington para lograr una solución política en Nicaragua y El Salvador.
Castro sorprendió a los obispos nortamericanos, que se encontraban en Cuba en una visita pastoral invitados por sus colegas cubanos, al llamarles para mantener una conversación no prevista en absoluto en su programa. El objetivo de la visita a la isla era lograr que Castro acceda a recibir oficialmente a los obispos cubanos.Los prelados norteamericanos le indicaron a Castro que estarían dispuestos a colaborar para facilitar la recolocación de prisioneros políticos que están actualmente en las cárceles cubanas y le pidieron que dé facilidades para que se reúnan las familias divididas. El líder cubano prometió examinar estas cuestiones, pero dejó claro que deben estudiarse en el marco de "un diálogo más amplio con Estados Unidos". Si los intercambios se normalizan, explicó, todos estos temas podrán ser tratados.
La sorpresa de los prelados estadounidenses fue aún mayor cuando Fidel Castro les comunicó que estaría interesado en entrevistarse con el Papa, "si no en Cuba, quizá en Roma". El Vaticano excomulgó al líder cubano en 1962, después de que Castro expulsara de la isla a varios sacerdotes y obispos extranjeros. Esta sugerencia se realizó horas antes de que Juan Pablo II estaba a punto de abandonar Roma para iniciar el sexto viaje de su papado a Latinoamérica. El Pontífice dijo días después en Venezuela que si recibe una invitación oficial no tendría inconveniente en visitar Cuba en un futuro viaje.
Los obispos norteamericanos discutieron con Castro el papel que la Iglesia estadounidense podría jugar en la puesta en práctica del acuerdo de inmigración firmado el mes pasado entre Washington y La Habana, según informó ayer David Gallivan, responsable de la sección latinoamericana de la conferencia episcopal. Por este acuerdo, Cuba se compromete a recibir a 2.746 marielitos con antecedentes penales que huyeron a EE, a cambio de que este país reconozca la residencia a los 100.000 cubanos que abandonaron la isla en 1980, lo que significa que automáticamente podrán traer a sus familiares a Norteamérica.
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