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La muerte del autor de 'La Destrucción o el Amor'

'Miré los muros', un poema de V.A.

Un personajeCreí, pero ¿en quién creo?; sólo en mi ropa sola. / Soy lo que visto o miento, como un fuego en virutas. / Pero no muero; aún vivo. Solo un paño se mueve; / paño azul, rojo, verde, lo que me lleva y nace. / O que acaba y se quema. Sólo la pluma al aire.

Un soldado

Yo no soy lo que visto, mas lo que queda dentro. / Humo quizá y me hicieron humo triste, no aliento. / Mas vivo, vivo para mirar, para ver y escupir, / y con mi alma escupo, y por eso termino. / Por lo que otros hicieron. ¿Hicieron? Son palabras o azufre, / son corrosivo o miedo. Miedo de ser; no fueron. / Lo que fueron mintieron. ¿Muertos, o vida? Quita/ la vida y deja/ muerte. Una estampa, no un sueño. / ¡Una verdad! Su podre. Su sabor ceniciento. / Y luego su basura, y solo el viento. / Mas yo quedo, aquí estoy. Luché y caí y aún vivo, / como ropa perdida. Soldado raso fui, o arrasado, que es lo mismo. Y de piel soy lo que ha muerto. / Como ropa vacía. Vacía ya del alma, / y su cuerpo aquí quieto.

Una mujer

Mirad sus ojos huecos. Su risa seca, sus dos brazos mojándose / en el aire y vacíos. ¿Qué son? Espantapájaros / para tí, ciudad muerta, que con todos has muerto. / Pues cantas, ries, gritas, muerta, aunque escupas / befa de lo que fue. ¿Es un toro? La montaña es un cielo / de sangre. Y los muros quemados no lo encierran. El toro / de cartón mata o muere, y la nación lo engaña, / mientras miente y se muere. / Hija soy de esta tierra, / de este yermo o pezuñas que fueron, de este rojo/ poniente de sangre, sola sangre que de los montes rueda, / y seca y sin latido. Su voz soy y no se oye pero grita en mi mueca.

Un personaje

Basta, señores. Plumas, plumas, colores. ¿Quién sabe? Su casaca, brochados, / levitones, hebillas y plumeros de ensueño/ como airón de caballo. Plumas rojas, y blancas / plumas, botón de oro, más rasos / y unos guantes ligeros para solo mis manos.

El soldado

Miré los muros y los sentí cansados. / Contra ellos puse solo mi espalda, y aún latían. / Muertos, muertos, pero vivos en muerte. Muros que sintieron, latieron, / dolieron. Muros que eran conmigo mismo el ser. Pero muriendo. ¿A dónde ya / volver los ojos? Solo, sin tierra; solo los muros secos, solo las bardas tristes de un inmenso corral, / y yo asomado a solas, colgado ya, un pelele, solo mi traje al viento.

Un personaje

No grites. Mis cristales ligeros acerco hasta mis ojos y veo el poniente rosa. ¡Una bella ruina! / Aún hay patria. Soñemos. Con mis plumas doradas / yo embellezco este viento. Con mi pecho abombado, / mis calzones de seda, mi charol, mi oro fino / y un caballo ligero. Escapo. Pronto. ¡Arriba! / Levantad a esos muertos. Y los vivos levanten a sus muertos. / ¡Arriba. Las paredes; el cielo. / Yo me paseo lento con mi bastón de ébano, con su pomo de oro, / sus monturas de cuero. Un alazán, ea, pronto. / Las bridas son de plata. Escapemos de pronto. / La chorrera y mi rosa. Atrás los muros muertos.

Una mujer

No importa. El muerto escapa. Más muerto tú que el mundo. / Sí, alguien vive y habla. Por mi voz habla el mundo, la ciudad, esta calle, esta casa, esta puerta. / Abrid las puertas todas. Entre la luz, y ande.

Un soldado

Yo caí. Soy muñeco pendiendo de los muros. ¿Pero quién es el muerto?

Este poema, inédito, facilitado por Carlos Bousoño, fue escrito por Vicente Aleixandre a principios de los setenta.

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