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Reportaje:La isla-continente celebra elecciones anticipadas / y 3

Australia mira hacia Asia sin renunciar a su vocación occidental

La apertura en el área del océano Pacífico de nuevos mercados -en especial el chino-, el afianzamiento del comercio con Japón -país que absorbe la cuarta parte de las exportaciones- y la continuidad de la alianza con EE UU seguirán constituyendo, después de las elecciones legislativas del próximo sábado, las líneas principales de la política exterior de Canberra. Esta acción se halla enmarcada por la pertenencia de Australia al mundo occidental y por su tratado de defensa con EE UU y Nueva Zelanda, ANZUS.

La política de defensa australiana gira en torno al pacto defensivo ANZUS, un tratado que algunos comentaristas consideran que está condenado a desaparecer tras la decisión, del nuevo Gobierno laborista de Nueva Zelanda de no permitir la entrada en sus puertos a ningún buque nuclear.Canberra, en cambio, no se opone a las visitas de los barcos nucleares de las flotas norteamericanas, tanto del Pacífico como del Indico, y renueva regularmente el alquiler para las tres bases de comunicaciones estadounidenses en el país. Estas bases son esenciales para la detección de misiles soviéticos y el propio primer ministro, el laborista Bob Hawke, reconoce que constituyen un objetivo lógico de la URSS en caso de un ataque nuclear. La amistad personal de Hawke y el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, refuerza aún más las relaciones entre ambos países.

Ello no es óbice, sin embargo, para la existencia en el país de una fuerte oposición a todo lo nuclear. El programa del Partido Laborista, hasta hace escasos meses, promovía incluso la suspensión de la extracción del uranio. Esta línea dura, comparable con la del Partido Laborista neozelandés, fue, sin embargo, suavizada en la última conferencia nacional, en la que el primer ministro consiguió imponer una política más moderada, que no sólo no le obliga a cerrar las dos minas de uranio ya existentes, sino que da luz verde a la apertura de una tercera, en Roxby Down, donde se encuentran los mayores depósitos de uranio de todo el mundo no socialista.

El auge del PDN

El bloqueo a las exportaciones de uranio a Francia, en protesta por las pruebas nucleares galas en el atolón de Mururoa, en el Pacífico sur, es considerado insuficiente por el ala izquierda del Partido Laborista, muchos de cuyos miembros apoyan activamente las candidaturas al Senado del Partido del Desarme Nuclear (PDN).

El programa del PDN establece el fin de la extracción y exportación de uranio, el cierre de las bases extranjeras y la prohibición del acceso de cualquier buque nuclear a los puertos australianos.

El surgimiento del PDN, tras la candidatura del cantante de rock Peter Garrett, ha creado preocupación entre los grandes partidos. El grupo antinuclear, a pesar de carecer de medios económicos, ha pasado en un par de meses de una aceptación popular del 3% al 8%. Más importante aún es el hecho de que el 25% de los menores de 24 años ha manifestado su decisión de votar por este partido.

La relación de cercanía y de herencia anglosajona hace que las relaciones entre australianos y neozelandeses sean especialmente cordiales, a pesar de las discrepancias de sus Gobiernos en el tema de las visitas de barcos nucleares de EE UU.

Las cosas son menos fáciles con los vecinos del Norte, los indonesios. La política oficial del Partido Laborista defendía abiertamente, hasta hace poco, la causa de los rebeldes de Timor Oriental. A pesar de que Hawke consiguió que la última conferencia nacional de su partido suavizara el programa en este punto el Gobierno, de Yakarta ha manifestado su malestar por la resolución adoptada. El acercamiento a sus vecinos asiáticos, sin embargo, es un eje clave en la política exterior laborista. La consolidación del comercio con Japón y evitar que Tokio ponga obstáculos a las exportaciones australianas por presiones comerciales de Washington es, sin duda, el punto fundamental para la supervivencia económica del país. En los últimos meses, además, se ha producido un gradual incremento de los intercambios entre Canberra y Pekín, tras una visita de Hawke a China.

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