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Los votos confirman a los sandinistas en el poder

Washington califica las elecciones como "un paso atrás"

Las elecciones celebradas el pasado domingo en Nicaragua son "una farsa electoral sandinista", según un comunicado oficial facilitado ayer por el Departamento de Estado norteamericano, leído por su portavoz, John Hughes. La fecha del 4 de noviembre de 1984 fue "una oportunidad perdida para Nicaragua", ya que, en opinión de Washington, "se han celebrado sin oposición política alguna". El documento destaca el "firme apoyo" de la Administración Reagan a la oposición nicaragüense para que esta participara en un "proceso electoral auténtico".Los comicios han sido "un paso atrás para el pueblo nicaragúense", declaró, por su parte, a la cadena de televisión norteamericana NBC el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Langhorne Motley.

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Altos funcionarios de la Administración norteamericana citados por el diario The New York Times consideran que las elecciones sólo servirán para elevar la tensión entre Washington y Managua y para obstaculizar el plan de paz para Centroamérica del Grupo de Contadora.

Los dirigentes sandinistas y norteamericanos sólo están de acuerdo en una cosa en relación con los comicios: que tendrán un gran impacto en el desarrollo político de la región. Managua cree que las elecciones legitiman e institucionalizan la revolución que derrocó a Anastasio Somoza en 1979. Por el contrario, Estados Unidos y sus aliados en Centroamérica se niegan a aceptarlas como un escalón hacia la democracia.

Un portavoz cualificado del Departamento de Estado comentó ayer que los sandinistas "saben que las elecciones no tienen legitimidad internacional, por lo que esperamos que decidan convocar unas nuevas elecciones pronto".

En el caso de que las conversaciones por la paz en Centroamérica quedasen bloqueadas y fracasaran las negociaciones que Estados Unidos y Nicaragua mantienen en Manzanillo (México), las posibilidades de algún tipo de intervención militar norteamericana en Nicaragua aumentaría si el presidente Reagan fuese reelegido hoy, según los cálculos de un funcionario de la Administración.

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El tipo de relaciones que Washington debe mantener con Managua es un tema que divide actualmente a la Administración de Ronald Reagan. El Departamento de Estado, en primer lugar su secretario, George Shultz, es partidario de resolver las diferencias con Nicaragua por medio de la negociación. Por el contrario, algunos responsables de seguridad, incluidos el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Casey, y la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Jeane Kirkpatrick, han puesto en duda la política de negociación con Nicaragua y han recordado que Managua no ha roto sus lazos con la Unión Soviética.

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