Unas elecciones bajo el fuego
El pueblo de Nicaragua está hoy convocado a acudir a las urnas. Al mismo tiempo, el pueblo de Nicaragua está padeciendo una guerra que potencia sin recato su gran vecino del norte: Estados Unidos. En estas condiciones, las elecciones que hoy se celebran en este pequeño país centroamericano tienen más de voluntarista trámite que de punto de partida hacia la resolución de los problemas. El final de la guerra, el principal problema de los nicaragüenses, va por otros caminos.Cuando los revolucionarios triunfaron y acabaron hace poco más de cinco años con la larguísima dictadura de la dinastía de los Somoza, sus dirigentes tuvieron especial cuidado en sumar a su causa a sectores de la derecha que tampoco se habían encontrado a gusto con el somocismo. Expresaron hasta la saciedad su voluntad de no repetir la experiencia cubana y de abrir una tercera vía dentro de esquemas democráticos. ( ... )
Es arriesgado aventurar qué habría pasado en Nicaragua si Carter hubiera seguido ocupando la presidencia norteamericana. Si la revolución sandinista habría tendido a radicalizarse, como ha sucedido, o habría abierto esa tercera vía democrática de la que hablaban sus líderes. Pero lo que sí se ha podido comprobar es qué ha pasado con la postura intransigente de la Administración republicana, que ha animado a los sandinistas a tomar las armas, se las ha facilitado con generosidad e incluso ha volcado a la CIA en la desestabilización del país. Desde el primer momento ha considerado que Nicaragua estaba dentro de la órbita soviética y ha actuado con dureza basándose en ese supuesto. El resultado ha sido la guerra.
Barcelona, 4 de noviembre
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