La fascinación de los hombres azules
La música y la danza adquieren un gran poder de fascinación en el arte de los Hombres Azules de Marruecos. La actuación del grupo en el teatro Español, dentro del Festival de Otoño, obtuvo una acogida entusiasta por parte de un público cada día más interesado en las culturas extraeuropeas. Un conjunto breve, todo él femenino salvo dos intérpretes, vestido con túnicas azules, desarrolló sus bailes característicos. El denominado la guedra (nombre, a la vez, de una suerte de derbuka, instrumento de percusión formado por una piel de cabra sujeta a una vasija de barro cocido) constituye todo un ritual.
Las danzarinas se suceden en el baile, siempre individual, apoyado preferentemente en el movimiento de brazos y manos, dentro de un clima ceremonial y a través de un repertorio de gestos y movimientos que ni siquiera en el momento de máxima excitación pierden su elegancia. La intervención musical del coro se reduce al ritmar variado de la guedra, el batir de palmas (al estilo de nuestra tradición andaluza) y al canto homofónico y repetitivo por naturaleza: la repetición contribuye a mantener el ambiente encantatorio y una determinada noción de lo temporal.
Hombres Azules de Marruecos
Grito del desierto. Festival de Otoño. Teatro Español. Madrid, 29 de septiembre.
Alain Danielou consideró desde hace mucho tiempo una de las mejores conquistas de nuestra época, la de una conciencia musical múltiple. "Progresamos", escribe, "hacia un polilingüismo musical que nos lleva a apreciar igualmente una obra serial, romántica, clásica; barroca o renacentista sin buscar en cada caso una relación de progreso con respecto al anterior. La deseable y mejor asimilación del arte extraeuropeo sólo puede alcanzarse a través de su más hondo conocimiento y más asidua programación".
Babelia
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